¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? - Capítulo 1285
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Capítulo 1285:
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Sin embargo, Katelyn seguía sin estar segura del verdadero motivo de su invitación. A pesar de la amabilidad aparente de Ryanna, Katelyn no se hacía ilusiones: sabía que, bajo la superficie, Ryanna la despreciaba.
En apariencia, Ryanna podía parecer indiferente, pero bajo esa calma exterior, sus deseos revelaban inevitablemente una naturaleza más egoísta. El incidente anterior con la corona desaparecida era un ejemplo perfecto de ello. Katelyn no había investigado las consecuencias, pero todo el mundo tenía claro qué había desencadenado todo aquel lío.
Sin decir palabra, Katelyn se dirigió al sofá y tomó asiento.
Ryanna miró a Katelyn durante un momento antes de decir con calma: —Señorita Bailey, ¿se está adaptando bien a la vida en Yata? Si necesita algo, no dude en decírmelo.
Katelyn sonrió y respondió educadamente: —Ha sido muy agradable, gracias, princesa Ryanna.
En ese momento, entró un sirviente, dejó el café y los aperitivos y se retiró en silencio. El rico aroma del café recién hecho inundó la habitación.
La conversación se detuvo, dejando un silencio persistente. A pesar de la creciente tensión, Katelyn permaneció imperturbable, bebiendo su café con calma y compostura.
Los pensamientos de Katelyn se desviaron hacia Vincent, su mente nublada por él. Las verdaderas intenciones del rey al invitarla allí seguían sin estar claras para ella.
Al principio, Katelyn había esperado una reunión llena de trampas ocultas y engaños, pero ahora no parecía ser así. El rey ni siquiera había opuesto resistencia cuando se trató de cancelar el compromiso, lo que la dejó confundida. ¿Podría ser que el rey fuera realmente tan fácil de tratar? Lo mismo podía decirse de Ryanna. Aunque en el pasado había jugado a esos juegos, ahora parecía haberlo olvidado por completo.
Todo en esta situación le parecía extraño.
Ryanna permaneció en silencio, bebiendo su café sin decir palabra.
De repente, una voz rompió el silencio. —Princesa Ryanna, la señorita Robles está fuera y solicita una audiencia con usted.
Ryanna dejó la taza sobre la mesa y dijo con calma: —Que pase.
Katelyn frunció el ceño por un momento, pero se guardó sus pensamientos para sí misma. Al fin y al cabo, era una invitada de Ryanna y Katelyn no tenía nada que ver en el asunto.
En un instante, Fiona apareció en la puerta. En cuanto sus ojos se posaron en Katelyn, se quedó paralizada y su expresión se agrió por un momento. Sin embargo, rápidamente disimuló su irritación y le dedicó una sonrisa a Ryanna. —Princesa Ryanna, mirad lo que os he traído. —Mientras hablaba, miró por encima del hombro.
En ese momento, entró una figura que llevaba una cesta. En su interior había un gato, con el pelaje inmaculado y los rasgos delicados, casi etéreos. Un pequeño lazo sujetaba el largo pelo de su frente. Estaba peinado como una niña pequeña. Sus ojos azules, como de cristal, se movían rápidamente, y la energía juguetona de la criatura era inconfundible.
A primera vista, Ryanna adoró al pequeño gato. Sus ojos brillaron de alegría y su rostro se iluminó con una sonrisa feliz. «Qué gatito tan bueno. Ven aquí, cariño. Déjame acariciarte». A pesar de su afecto, su voz seguía siendo suave y tierna.
Katelyn apenas miró al gato. Sin duda tenía un encanto atractivo, su aspecto era casi irresistible para cualquiera a quien le gustaran las cosas bonitas.
Sin decir palabra, Fiona levantó la cesta y se acercó a Ryanna. Con delicadeza, colocó a la pequeña criatura en los brazos expectantes de Ryanna. Mientras Ryanna acunaba al gato, sus dedos acariciaban su delicada cabeza y una sonrisa serena se dibujaba en sus labios. El gato permanecía completamente quieto, sin retorcerse ni intentar escapar, contento de que lo sostuvieran y de vez en cuando emitía un suave maullido.
Katelyn frunció el ceño, sin poder evitar que su atención se desviara hacia allí. El maullido del gato era casi antinaturalmente dulce, agudo y absolutamente encantador. Katelyn no pudo evitar sentir el impulso de acariciarle la cabeza. Sin embargo, se contuvo, recordando que era la mascota de Ryanna.
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