Los Secretos de la Esposa Abandonada - Capítulo 823
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Capítulo 823:
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El sonido resonó desde lo más profundo del hueco.
La sangre se extendía, oscura y viva, floreciendo como una flor retorcida en las profundidades del infierno. Fiona no tenía ninguna posibilidad de sobrevivir.
En ese momento, Verruckt levantó la vista y vio un rostro familiar. Alice estaba frente a él, con sus grandes ojos de asombro clavados en él.
—¿Qué haces aquí? —Verruckt frunció el ceño. Estaba empapado en sangre y parecía como si acabara de matar a Fiona justo delante de ella. Para él, este era un día como cualquier otro. Pero por alguna razón, la situación le inquietaba.
Maldita sea. Se dio cuenta de que no quería que ella viera aquello. —Yo… Me preocupaba que te pasara algo, así que volví.
Allison miró con cuidado el hueco del ascensor que tenía detrás. Si no se equivocaba, Fiona acababa de morir a manos de él. La muerte no era algo nuevo para ella, pero aún así actuaba como si estuviera asustada.
—¿Está muerta la señorita Smith?
Jareth, al oír esto, giró la cabeza con nerviosismo. Era obvio para cualquiera que su jefe acababa de matar a alguien. La pregunta parecía casi inútil.
Sin embargo, Verruckt se quedó mirando fijamente a los ojos de Allison. Podía ver el miedo en ellos. En ese momento, recordó la maldición de Fiona antes de morir: «¿Te verá como un monstruo frío y despiadado?»
El rostro de Verruckt se endureció hasta convertirse en una máscara fría. Se acercó a Allison, paso a paso, con su sangrienta figura completamente expuesta ante ella.
«Fiona murió por mi mano».
Sus dedos cubiertos de sangre le levantaron lentamente la barbilla. Su tacto era frío, como la piel de una serpiente.
—Entonces, ¿tienes miedo?
Allison no tuvo más remedio que mirar a los ojos de Verruckt. Instintivamente trató de apartarlo, pero sus manos se aferraron firmemente a su pecho. El aliento de Verruckt era abrasador y sus músculos bien tonificados se veían bajo el cuello de su camisa ligeramente desabrochado.
«Mírame a los ojos», ordenó de nuevo. Era la segunda vez que pronunciaba esas palabras. Era como una fuerza de la naturaleza: peligroso, pero imposible de resistir. Allison no tenía adónde ir. Era una mezcla de amenaza y seducción.
Mientras se acercaba, vio su propio reflejo en sus ojos rojo sangre, enmarcados por sus largas y oscuras pestañas.
«Por supuesto que tengo miedo», dijo Allison, parpadeando. Respiró temblorosamente y su voz vaciló ligeramente. «Dijeron que podrías morir. Si eso es cierto, significa que he fallado en mi misión». Las lágrimas comenzaron a formarse en los ojos de Allison mientras hablaba. «Sr. Shaw, lo que realmente me asusta es que usted pueda morir por mi culpa».
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