Los Secretos de la Esposa Abandonada - Capítulo 424
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 424:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Debajo de su vestido tradicional le dolían los moratones de la paliza de ayer, un secreto que ocultaba bien. Se suponía que el vestido debía impresionar a Keanu, pero ahora se sentía más como una armadura: una máscara para ocultar su vergüenza.
Despreciaba a Allison. La odiaba con todo su cuerpo y alma. No importaba lo que hiciera, Allison siempre parecía ir un paso por delante, dejándola atrapada en su sombra.
«Tengo curiosidad, Allison – ¿realmente crees que tus habilidades superan las del Sr. Sugden? ¿Estás tan segura de que puedes encontrar sus errores?»
El desafío era tan afilado como un cristal roto, diseñado para cortar profundamente.
Louis, que no quería quedarse al margen, intervino con una sonrisa burlona. «Exactamente. Podemos restaurar el sesenta por ciento del cuadro. Señorita Clarke, ¿qué puede hacer usted? ¿Setenta? ¿Quizá el ochenta?».
Cada palabra era un pinchazo destinado a menospreciarla, pero Allison no se inmutó. Ni un milímetro. Sus ojos se mantuvieron firmes, tranquilos y concentrados. «Por lo menos noventa y cinco por ciento.»
¡Bang!
El puño de Louis cayó con fuerza sobre la mesa, haciendo sonar los objetos que había encima.
Su risa fue aguda, incrédula, como si lo absurdo de su afirmación hubiera hecho añicos algo en su interior. «¿Qué acabas de decir? ¡¿Noventa y cinco?! Eso sí que es ser rico. Debes de estar delirando para presumir así. Conoce tus límites, chica».
Louis no podía evitar la creciente certeza de que la mujer que tenía delante mentía descaradamente.
«Una vez vi al señor FrameMaker restaurar un cuadro como éste», declaró Louis, con el recuerdo vivo en su mente. «Trabajó sin descanso durante siete días y siete noches. Aun así, sólo consiguió restaurar el noventa por ciento».
Sus palabras iban acompañadas de una clara insinuación: ¿cómo podía Allison, esta mujer aparentemente corriente, superar a uno de los restauradores más renombrados del mundo? Pero Allison no se inmutó. En lugar de eso, lo miró fijamente con frialdad. «¿Y?», preguntó, con un tono afilado como un bisturí. «¿No puedes hacerlo?»
Su pregunta cayó como una bofetada y Louis sintió que la vergüenza le quemaba la cara. Claro que no sabía hacerlo.
Si tuviera el talento de FrameMaker, no estaría aquí, atrapado en su posición actual.
¿Pero admitirlo? ¿En voz alta? Imposible.
«Bueno, FrameMaker es uno de los mejores», respondió, y su voz perdió parte de su bravuconería anterior. «Yo no soy FrameMaker, eso está claro».
Los labios de Allison se curvaron en una leve sonrisa. Podía ver a través de él. El hombre tenía más orgullo que habilidad.
«Tu técnica es descuidada», dijo, con naturalidad. «Apenas consigues sobrevivir con lo poco que sabes. Sigue así y arruinarás este cuadro sin remedio».
Sus palabras golpearon como una fría verdad, y Keanu, que había estado observando en silencio, sintió que se le hacía un nudo en el pecho.
.
.
.