Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 1201
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Capítulo 1201:
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Freya estaba demasiado agotada para mover un dedo. Se arrepentía de lo que había dicho la noche anterior.
Despertarse sintiéndose como si hubiera pasado por una tormenta… ¿Cómo podía algo tan simple agotarla más que los ejercicios militares? Desafiaba la lógica.
«Parece que tendré que llevarte a la base para someterte a un entrenamiento de alta intensidad», dijo Ellis, al darse cuenta de que ella se había quedado dormida mientras comía.
Freya se animó. «¿Cuándo?».
Ellis arqueó una ceja.
Freya preguntó: «¿Por qué guardas silencio?».
«¿De verdad quieres ir?».
«Sí», respondió Freya sin dudarlo.
Si antes no estaba segura, ahora lo tenía absolutamente claro.
Prefería agotarse en la base de entrenamiento antes que pasar otra mañana como esta.
«De acuerdo. Te llevaré dentro de un par de días», dijo Ellis, tras leerla con una sola mirada. «Tres días a la semana en la base, tres días de entrenamiento en casa y un día libre».
Freya se quedó paralizada.
¿Era eso lo que ella pensaba que significaba?
Freya negó con la cabeza con una sonrisa firme. —No, gracias —dijo con voz firme—. El trabajo en Anita International ha sido un torbellino últimamente. Alejarme no es una opción para mí.
Ellis arqueó una ceja, con un brillo juguetón en los ojos. —Qué raro. Melvin mencionó que las cosas han estado bastante tranquilas por allí —dijo.
Freya no se inmutó, con una expresión tan tranquila como siempre. «Ya no estás en Anita, Ellis. ¿Por qué iba a contarte la verdad? Yo dirijo el cotarro, sé perfectamente lo ocupada que estoy».
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Ellis se dio cuenta de que ella estaba exagerando la verdad, pero no le dio importancia. No había necesidad de llamarla la atención cada vez, al fin y al cabo era su prometida y él no era de los que creaban problemas innecesariamente.
Poco después de terminar de comer, entró un hombre con un traje elegante y gafas. La curiosidad de Freya se despertó: ¿quién podría ser?
Locke, el recién llegado, se acercó a su mesa, sacó una carpeta de su elegante maletín y se la entregó a Ellis. —Todo lo que pediste está listo —dijo con suavidad.
Sin embargo, sus ojos no dejaban de mirar a Freya, como atraídos por un imán. Una idea le pasó por la cabeza: ni siquiera el sensato Ellis Lambert podía resistirse a su encanto.
Ellis captó la mirada y presentó a los dos. «Locke Cullen, secretario jefe del Grupo Lambert», dijo, y luego se volvió hacia Locke. «Esta es Freya Briggs, mi prometida».
«Buenas noches, señorita Briggs», dijo Locke con cordialidad, aprovechando la oportunidad para admirarla con un gesto cortés de la cabeza.
—Locke —interrumpió Ellis con tono severo.
«¿Sí, señor?», respondió Locke, poniéndose firme.
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