Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 1199
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Capítulo 1199:
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Freya apretó los labios. ¿De verdad tenía que llegar tan lejos?
Ellis se dio cuenta de su vacilación y leyó cada destello de pensamiento en su rostro. «¿Por qué guardas silencio?».
«Solo me preocupaba que te resultara difícil contenerte». Freya finalmente pronunció las palabras tras una larga pausa, con las orejas ligeramente enrojecidas. «Greta dijo que contener constantemente los deseos podía causar problemas».
Ellis se rió entre dientes. «¿Greta dijo eso?». Su tono se elevó ligeramente.
El corazón de Freya latía con más fuerza, los nervios le ardían en el pecho. Esto no era bueno. Greta estaba a punto de verse envuelta en este lío.
Justo delante de ella, Ellis marcó el número de Greta.
Al otro lado, Greta respondió con su tono alegre habitual. «¿Qué pasa?».
—¿Qué le has dicho a Freya?
—¿Eh?
«Me ha dicho que le dijiste que reprimir los deseos podía acarrear problemas». Ellis mantuvo la mirada fija en Freya, con un tono ligero y aparentemente amable. «Por eso, me ha hecho dormir separados durante varias noches».
«Sí, eso dije», respondió Greta sin pestañear, avivando aún más las llamas. «Pero probablemente malinterpretó lo que quería decir».
A Freya no le gustó nada cómo sonaba eso. Tenía la desagradable sensación de que la habían tendido una trampa. —¿Qué es exactamente lo que he malinterpretado?
—Me refería a que deberías tomar un poco más la iniciativa —dijo Greta con desenfado—. Vosotros dos habéis estado muy unidos antes, e incluso le has pedido matrimonio. Siempre que tengas cuidado, no hay razón para contenerte.
«Eso no es lo que dijiste antes…».
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«Tengo cosas que hacer ahora mismo, así que no te entretengo más. Adiós». Greta la interrumpió y colgó al instante. Por dentro, estaba entrando en pánico. Afortunadamente, su rapidez mental la había salvado de meterse en un lío grave. Una cosa era molestar a Freya, pero ¿ofender a Ellis? Ese era un riesgo que no estaba dispuesta a correr.
«¿Quieres decir algo más?», preguntó Ellis con calma.
«Te mintió». Freya sacó su teléfono y se desplazó hasta el chat con Greta. «Toma, léelo tú mismo».
«Aunque mintiera, tú me pediste que durmiera solo por su consejo». Ellis, tan astuto como siempre, habló con una voz suave y magnética. «¿No te parece un poco injusto?».
Freya se mordió la lengua. Sabía perfectamente que se había quedado sin excusas. Desde el momento en que él subió las escaleras para enfrentarse a ella, ya fuera por decisión propia o por sugerencia de Greta, daba igual. El resultado final era el mismo: Ellis había ganado.
Ahora solo le quedaba un camino. Su última opción.
«¿Por qué no dices nada?», preguntó Ellis, al darse cuenta de que ella había bajado la cabeza.
«Me equivoqué», confesó Freya sin resistirse, con la cabeza aún gacha. «No volveré a hacerlo».
Ellis la miró con tranquila satisfacción. Parecía que ella sabía exactamente cómo apaciguarlo.
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