Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 1196
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1196:
🍙🍙 🍙 🍙 🍙
Freya dudó.
Decir que sí podría significar que Ellis se presentara en su puerta en unos días y la arrastrara de vuelta a la base para seguir entrenándola. Pero decir que no significaría tener que lidiar con un tercero que caminaba y respiraba.
—Di lo que realmente piensas —dijo Ellis, dejándole la decisión a ella. Recalcó sus siguientes palabras con énfasis—. Haré lo que tú digas. Freya apretó los labios, aún un poco indecisa. —¿Sería demasiado expulsarlo?
«No lo sería. Sabes perfectamente cómo le han educado».
—Entonces…
—¡Entonces está decidido! —intervino Kendra, sellando el trato por ella.
Freya exhaló lentamente y le lanzó una mirada elocuente a Ellis. No era que ella no quisiera que él estuviera allí, pero estaba claro que Kendra sí.
Ellis esbozó una sonrisa débil y torcida, haciendo girar perezosamente su teléfono entre los dedos. Lo desbloqueó y escribió un mensaje. «Freya, pagarás por esto». Freya lo miró sin comprender. ¿Cómo podía alguien ser tan mezquino?
Media hora más tarde, Kendra, al ver que Ellis seguía merodeando por allí, no pudo contenerse. «¿No te vas?».
«Papá me ha enviado un mensaje. Me ha dicho que me quede y os vigile a las dos», respondió Ellis sin una pizca de vergüenza. «Le preocupa perderte». Freya y Kendra se quedaron en silencio.
Al final, Ellis se quedó.
Esa noche, después de cenar y descansar un poco, Ellis, recién salida de una ducha caliente, entró en la habitación de Freya con un albornoz y se metió directamente en su cama, sin molestarse en pedir permiso.
«¿No fuiste tú quien dijo que era peligroso que durmiéramos juntos?», preguntó Freya, con un tono de inquietud en la voz, que apenas lograba mantener firme. «¿Por qué estás…?»
Ellis se giró hacia un lado, con la mirada fija en ella. —He venido aquí para saldar cuentas.
Visita ahora ɴσνє𝓁α𝓼4ƒαɴ.c♡𝗺 sin interrupciones
Freya no respondió.
—¿Intentaste echarme?
—No
—¿Me has evitado?
«No lo hice».
«Entonces, ¿qué pasa?», insistió Ellis, inclinándose hacia ella.
«Eres horrible», murmuró Freya con voz suave, ligeramente somnolienta y casi infantil. «Me asustaste».
Ellis soltó una risa repentina. —No pensé que alguna vez admitirías que te asustaste.
—Eres horrible —repitió Freya, medio enfadada.
«¿En qué sentido soy horrible?».
«Solías obligarme a hacer saltos de rana y carreras con peso todo el tiempo».
«Desde que estamos juntos, ¿te he castigado alguna vez?», preguntó Ellis pellizcándole suavemente la mejilla con tono burlón. «¿Lo he hecho?».
Freya respondió con seriedad: «Es un trauma psicológico de antes, no tiene nada que ver con ahora».
.
.
.