El requiem de un corazón roto - Capítulo 280
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Capítulo 280:
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Pero Brian, imperturbable, pidió descaradamente: «¿Me puedes servir otra taza, por favor?».
Rachel se quedó sin palabras. Su descaro no tenía límites.
Cuando se trataba de hacer el pícaro, no tenía rival.
A regañadientes, Rachel le sirvió otra. Luego una tercera y una cuarta… Aunque las tazas eran pequeñas, consumir cuatro o cinco era sin duda considerable.
Rachel estaba ansiosa por que se marchara.
«Lo siento, se nos ha acabado el agua caliente».
Imperturbable, Brian arqueó una ceja. «¿En serio? Supongo que ahora la hervirás». Rachel se quedó sin palabras.
De repente, la oscuridad envolvió la habitación al cortarse la luz, sumiéndolo todo en la penumbra.
Reaccionando rápidamente, la voz de Rachel tembló ligeramente, delatando su miedo a la oscuridad. —Se ha ido la luz; no puedo hacer más café. Por favor, es hora de que se vaya.
Intentando llegar a su dormitorio para coger el teléfono y usar la linterna, apenas había dado un par de pasos cuando sintió que unos brazos la rodeaban por detrás. Un grito escapó de sus labios asustada.
En la oscuridad envolvente, el abrazo inesperado fue aterrador.
«Rachel, soy yo», dijo Brian, provocando una oleada de alivio que la invadió.
Sin embargo, seguía temblando, empapada en sudor frío, con el corazón latiendo con fuerza contra sus costillas.
«¡Me has asustado! ¿Por qué has hecho eso?», exclamó.
En un reflejo de miedo y frustración, Rachel intentó zafarse de su agarre.
Sin embargo, Brian la sujetaba con firmeza, sin dejarla escapar de su abrazo.
—Siento haberte asustado —le susurró al oído, con un tono inusualmente suave y tierno que la hizo estremecerse.
—Déjame ir —espetó ella.
Sus palabras parecieron tocar la fibra sensible de Brian.
Él la sujetó con más fuerza y se negó rotundamente. —No, no lo haré.
Una sensación de desesperación la invadió. ¿Por qué la agarraba con tanta fuerza ahora? No tenía sentido. Ninguno de los dos cedió, sumidos en un silencio que se prolongó durante quién sabe cuánto tiempo.
Finalmente, Brian apoyó la cara en su cuello, con voz tranquila y casi suplicante. —¿Por qué no me dijiste que Jeffrey estaba buscando trabajo?
—¿Qué habría cambiado? —replicó ella—. Probablemente habrías tirado el dinero para solucionar el problema, ¿no?
El silencio de Brian lo decía todo, confirmando sus sospechas.
Sabía que el dinero era crucial, especialmente para Jeffrey.
Pero lo que importaba más que el dinero era su capacidad para valerse por sí mismo, para navegar por la vida con dignidad y un propósito. Como su hermana, era su responsabilidad ayudarle a encontrar ese camino.
—¿Por qué no me contaste lo mucho que le costaba encontrar trabajo? —Brian la abrazó con más fuerza, mostrando su preocupación.
El tono de Rachel era ahora firme. —Si no recuerdo mal, tú estabas en el extranjero. Aunque te lo hubiera dicho, ¿habrías dejado todo y habrías vuelto corriendo? ¿De verdad habrías volado a casa solo por mí y por Jeffrey?
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