El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 194
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Capítulo 194:
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«Quiero una mujer que pueda estar a mi lado. Cuando tenga éxito, ella compartirá la gloria. Si fracaso, ella tendrá la fuerza para mantenerse erguida y levantarse conmigo».
Su mirada nunca se apartó de Corrine, llena de una determinación tranquila pero inquebrantable. Comprendía sus sueños, sus ambiciones.
Alguien tan radiante y magnífica como Corrine no debería estar escondida en un rincón cualquiera: merecía brillar bajo los focos, ser el centro de todas las miradas. Sus ojos oscuros ardían con un deseo intenso, casi posesivo, de reclamarla, y sus palabras estaban envueltas en una convicción inquebrantable.
«Corrine, conmigo tendrás la libertad de crecer. No más preocuparte por lo que piensen los demás, no más temer las consecuencias. Sólo vive para ti misma, según tu propio corazón».
«Vive para ti, según tu propio corazón…» Corrine repitió sus palabras en su mente. Esas palabras, cuando Nate las pronunciaba, parecían zumbar con una magia silenciosa pero poderosa, como si el aire mismo a su alrededor cambiara. Cada palabra aterrizaba en su corazón con una fuerza suave pero innegable. Su sangre, antes quieta y estancada, comenzó a bullir de nuevo y el corazón le retumbó en el pecho.
A Corrine se le secó la garganta mientras le sostenía la mirada y su mente daba vueltas. Su vida, antes tan estéril y solitaria, parecía ahora llena de colores ricos y vibrantes, colores que nunca pensó que podría experimentar, y todo gracias a la presencia de él. Una sonrisa lenta y tierna se dibujó en la comisura de sus labios rojos y húmedos, y su expresión se iluminó como el sol al atravesar un cielo nublado.
«Es una coincidencia. Nuestros pensamientos se alinean tan perfectamente».
«Para ser precisos, estamos destinados el uno al otro», respondió Nate, con voz grave y llena de significado.
Intercambiaron una sonrisa y sus ojos se cruzaron, reflejando un universo de comprensión tácita. En aquel momento, las palabras sobraban: ambos lo sentían. La conexión. La certeza.
Cuando terminaron de comer, Nate dejó a Corrine en su empresa. Abrió la puerta del coche y salió, pero al mirar hacia atrás, vio que el coche seguía aparcado detrás de ella. Respirando hondo, volvió hacia él.
«¿Qué…?»
Antes de que Nate pudiera terminar su frase, los labios de Corrine encontraron los suyos, silenciándolo por completo.
Matías, sentado en el asiento del conductor, apartó la mirada de la inesperada muestra de afecto que tenía ante sí. Siguiendo su instinto de discreción, cerró los ojos en silencio.
Aunque Corrine siempre se había comportado con cuidadosa moderación, en aquel momento le había corrido por las venas un deseo irrefrenable de besar a Nate. Sin dudarlo, se había rendido al deseo de su corazón.
Los restos de su pintalabios adornaban ahora sus labios, añadiendo un inesperado toque de calidez a sus rasgos típicamente distantes.
Los ojos de Nate sostuvieron la mirada de Corrine, rebosantes de emoción no expresada. Sus labios se curvaron en una suave sonrisa mientras lo miraba, con los ojos brillantes de una confianza recién descubierta.
«Nate, gracias por estar a mi lado en mis horas más oscuras».
Las palabras de agradecimiento habían perdurado en su corazón durante mucho tiempo, aunque seguía sin saber qué pensaba él en aquel precioso momento.
«Siempre me has visto marchar. Hoy, deja que sea yo quien te despida», murmuró, sin apartar los ojos de su rostro.
La ceja de Nate se arqueó ligeramente mientras las yemas de sus dedos recorrían la comisura de su boca, saboreando la persistente sensación de su beso.
«¿Te cuesta despedirte de mí?»
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