El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1445
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Capítulo 1445:
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No se mencionó ningún nombre, pero Carl lo entendió inmediatamente.
Su expresión se ensombreció al mirar a Corrine, con una silenciosa advertencia en los ojos. Exhaló y dijo: «Quédate cerca de mí más tarde».
Pero antes de que pudiera terminar, se produjo otro revuelo en la escalera.
Todos se volvieron hacia el segundo piso.
Bajo las luces brillantes, Nate bajó las escaleras, seguido por cuatro hombres.
Justo detrás de él estaban Jonathan, un hombre con cicatrices, y otros dos de unos treinta años.
Jules se inclinó hacia Corrine y bajó la voz. «El de la cicatriz trabaja para Claude. Los otros dos, Cutler Robinson, del distrito norte, y Maxwell Singh, del distrito oeste, dirigen negocios legales y turbios. Son peces gordos».
Corrine asintió ligeramente, con una mirada que denotaba que lo había entendido todo.
A su alrededor, el murmullo se hizo más intenso.
—¿Es ese Nate Hopkins? ¿El líder de Hopkins del Continente Independiente?
—Rara vez aparece en público. ¿Qué hace aquí? ¿Serán ciertos los rumores?
—Parece que la guerra de ofertas de este año no va a ser fácil.
De repente, alguien dijo en voz alta: —El señor Hopkins es todo un personaje. Cualquier familia cuya hija le llame la atención es afortunada». Y así, sin más, el tema cambió.
La conversación pasó a la vida amorosa de Nate y luego a cuántas de sus propias hijas seguían solteras. Los ricos competían sutilmente, casi dispuestos a ofrecer a sus hijas en bandeja de plata.
Corrine captó los susurros y frunció ligeramente el ceño. Oír a la gente hablar de Nate como si fuera un objeto que se podía adquirir le provocó una extraña sensación.
Rachel se dio cuenta y se inclinó hacia ella con una sonrisa burlona. —¿Celosa?
Corrine se volvió hacia ella y la miró a los ojos con un suspiro. —Si estuvieras en mi lugar, también estarías molesta.
—Quizás —dijo Rachel con una media sonrisa.
Corrine se rió suavemente y le dio un ligero codazo. —Para ser sincera, creo que tú y mi primo harían una pareja estupenda.
Los ojos de Rachel se iluminaron y su corazón se llenó de alegría al oír esas palabras.
Tanto si Corrine lo decía en serio como si solo quería animarla, a Rachel le pareció el cumplido más bonito que le habían hecho nunca.
En una ciudad en la que todo le resultaba desconocido, un cumplido de su futura prima política significaba más que las palabras podían expresar.
Quizá fuera por su cercanía en edad o por sus personalidades afines, pero hablar con Corrine le resultaba muy fácil.
Charlaron alegremente hasta que una voz las llamó por detrás: —Señorita Holland. Cuánto tiempo sin verla.
Corrine se giró y vio a Zeke detrás de ella, vestido con un elegante traje negro.
—Señor Cooper. —Su sonrisa fue educada, pero distante.
Zeke, perspicaz como siempre, percibió la barrera entre ellas. Aun así, no dejó que se notara. Le entregó una copa de vino espumoso. —El vino de frutas es fuerte. Quizá prefiera esto.
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