El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1440
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Capítulo 1440:
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Las palabras de Jonathan habían despertado algo tierno en Nate. Esa emoción alimentó su deseo de complacerlo, y él la abrumó con su energía.
De la cama al baño, del sofá de vuelta a la cama…
La noche había parecido interminable.
Solo pensar en ello hacía temblar a Corrine.
Finalmente se incorporó, con los pies tocando la suave alfombra, pero las piernas le fallaron y volvió a caer sobre la cama.
La noche anterior la había agotado más que cualquier entrenamiento.
Una voz llegó desde la puerta. —¿Estás despierta?
Nate estaba allí, completamente vestido y con aspecto renovado, como si no la hubiera agotado hacía unas horas.
Corrine no respondió. Él se acercó y dijo: «¿Por qué no duermes un poco más?».
«No hace falta», murmuró ella con voz ronca.
Se detuvo al darse cuenta de que tenía la voz ronca, de tanto llorar y suplicar la noche anterior.
Nate se frotó la nariz con torpeza.
Sabía que se había pasado de la raya.
Su habitual autocontrol había desaparecido en presencia de Corrine.
El sonido de sus suaves jadeos lo había llevado al límite. Solo de pensarlo, tragó saliva con dificultad. Rápidamente reprimió el deseo que estaba surgiendo en él.
Tratando de ser útil, Nate se agachó para ayudarla a ponerse los zapatos. —Te juro que la próxima vez me controlaré.
Corrine se burló, claramente sin creerle.
Nate se quedó callado, esperando a que ella se calmara.
Una vez que ambos estuvieron vestidos, le rodeó suavemente la cintura con el brazo y la ayudó a bajar las escaleras.
Corrine apenas tocó la comida en el desayuno.
Nate cogió un bol de cereales y empezó a darle de comer él mismo. —¿Qué tal si probamos algunos conjuntos esta tarde?
Corrine lo miró. —Tú decides.
Lo único que quería era volver a meterse en la cama y dormir.
En un principio, Nate había planeado llevarla a un estudio de estilismo, pero al ver su estado, hizo una llamada rápida y pidió al equipo que fuera a Celtis Estate.
El tiempo pasó volando y pronto eran las seis de la tarde.
Varios coches de lujo se detuvieron frente al grandioso Hotel Dreamscape.
Una larga alfombra roja se extendía a lo largo de la entrada, flanqueada por guardias de seguridad. El aire vibraba de emoción.
No se trataba de un evento cualquiera, sino del inicio de la mayor subasta de la ciudad. Se habían reunido los personajes más influyentes de todos los rincones de Lyhaton, lo que demostraba la importancia de la noche.
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