El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1434
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Capítulo 1434:
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Kinsley había nacido en una familia en la que el prestigio y el estatus social lo eran todo. Desde pequeña, había sido moldeada por esos ideales. Sabía que había una gran diferencia entre ella y Vulture. Su espíritu salvaje e indómito chocaba con todo lo que representaban los Atkinson.
Por eso dudaba, por eso mantenía sus sentimientos ocultos. Creía que, si no tenían futuro, era mejor enterrar sus emociones que dejarlas florecer para que luego fueran aplastadas.
Mientras esos pensamientos se arremolinaban en su mente, su teléfono vibró.
El nombre de Vulture iluminó la pantalla. El pánico se reflejó en sus ojos y se quedó paralizada, perdiendo su habitual calma.
No se atrevió a contestar.
Tras una larga pausa, colgó en silencio.
Pero su corazón no dejaba de latir con fuerza.
Unos instantes después, sonó el teléfono de Corrine.
Corrine la miró y respondió con frialdad: «¿Hola?».
Se oyó la voz de Vulture. «¿Está Kinsley contigo?».
Había ido a despedirse de ella, pero después de llamar a su puerta durante lo que le pareció una eternidad, no hubo respuesta.
Supuso que se habría marchado sin despedirse.
Después de lo que había pasado la noche anterior, era normal que las cosas estuvieran incómodas. Aun así, había tomado una decisión: quería asumir su responsabilidad, como un hombre.
Había planeado hablar con ella. Pero ya se había ido.
Corrine arqueó ligeramente las cejas. —Ella…
Antes de que pudiera terminar, Kinsley extendió la mano y le agarró la mano, con los ojos llenos de tristeza. Negó suavemente con la cabeza, rogándole en silencio a Corrine que no la delatara.
Kinsley no quería que Vulture viera su dolor. No quería su compasión ni su culpa.
Sabía exactamente lo que quería.
Corrine pareció entenderlo y cambió sus palabras. —Ya se ha ido.
Hubo un momento de silencio al otro lado de la línea. Vulture encendió un cigarrillo y se quedó mirando el emblema del hospital, con la mirada impenetrable. Luego habló. —Solo quería hablar. Quién sabe cuándo volveré a verla.
—Habrá otras oportunidades —dijo Corrine.
—Sí. Dile que se cuide —murmuró él.
Y con eso, la línea se cortó.
Un destello de significado bailó en los ojos de Corrine. Tenía la sensación de que Vulture sabía algo, quizá no todo, pero sí lo suficiente. Con Lone Ranger a su lado, no había mucho que se le ocultara.
—¿Qué ha dicho? —preguntó Kinsley con voz seca y mirada ansiosa hacia Corrine.
—Que te cuides —respondió Corrine.
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