El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1428
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Capítulo 1428:
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Jules no era del todo insensible, eso lo sabía. Cuando estaba con Corrine, sus ojos se iluminaban con auténtica calidez. Pero con Rachel, se revestía de indiferencia como si fuera una armadura.
Mientras se sumía en esos pensamientos melancólicos, una voz fría rompió el silencio a sus espaldas. —Señorita Astley.
Rachel dio un respingo y el corazón se le subió a la garganta. Creía estar sola en el jardín y no esperaba que nadie irrumpiera en su momento de intimidad.
¿Había alguien escuchado su vulnerable confesión?
El pánico se apoderó de ella al volverse, pero al ver a Corrine allí de pie, el peso que le oprimía el corazón se alivió de golpe.
Se acarició suavemente el pecho y exhaló un pequeño suspiro de alivio mientras una leve sonrisa se dibujaba en sus labios. —Oh, eres tú. —El miedo en su reacción era inconfundible.
Corrine sonrió cálidamente mientras se acercaba—. ¿Te arrepientes de la decisión que tomaste entonces?
Al oír esas palabras, la sonrisa de Rachel se apagó como una nube que pasa por delante del sol. Bajó la mirada, con una mueca de autodesprecio en los labios. —¿Crees que me lo merezco?
—En absoluto —respondió Corrine, mirando a Rachel con ojos llenos de empatía sincera.
Incluso las almas más orgullosas tienden a inclinar su altiva cabeza cuando son tocadas por la flecha del amor, transformándose en criaturas vacilantes y llenas de dudas.
«Solo creo que deberías ser un poco más atrevida», sugirió Corrine, con voz suave pero alentadora. «Ahora que habéis decidido estar juntos, no tengas miedo de expresar tus sentimientos. Tomar la iniciativa no es algo de lo que avergonzarse. Es mejor actuar que vivir con el remordimiento de las oportunidades perdidas, ¿no crees?».
Rachel levantó la mirada para encontrar la de Corrine. Tras un silencio pensativo que pareció extenderse entre ellas como una delicada seda, habló en voz baja. «Tomar la iniciativa está bien, pero tengo miedo de que me malinterpreten, de que me vean como alguien sin control y, al final, de que no les guste».
Para alguien que te ama, la audacia es un baile de encanto y sinceridad. Pero para alguien que no te ama, esos mismos gestos parecen desesperados y desvergonzados.
El mayor temor de Rachel era que sus acciones solo sirvieran para alejar aún más a Jules.
«¿Conoces el dicho? La sinceridad es el arma secreta definitiva», dijo Corrine con tranquila convicción. «Creo que si eres realmente sincera, nadie te menospreciará. Además, si nunca abres tu corazón, Jules, ese tonto, quizá nunca comprenda lo que sientes».
Corrine no estaba menospreciando a Jules intencionadamente. Más bien, esperar que alguien como él, cuya historia romántica era tan impoluta como la nieve recién caída, comprendiera las intrincadas complejidades del amor le parecía tan probable como que el infierno se congelara.
Rachel se inclinó hacia delante y finalmente formuló la pregunta que la había atormentado durante días. «Con Nate, ¿fuiste tú quien lo persiguió?».
En su mente, Nate siempre se había mantenido al margen de los demás, distante e intocable, con un comportamiento glacial que repelía a la mayoría de las mujeres que se atrevían a acercarse. La imagen de él persiguiendo activamente a alguien parecía casi contradictoria con su naturaleza.
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