El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1427
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Capítulo 1427:
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En ese lento e imperceptible deslizamiento, se perdió a sí misma. Cada concesión llevó a otra, hasta que apenas reconoció a la persona en la que se había convertido.
La familia Astley se encontraba entre la élite de Nelting. Su unión con los Ford representaba un importante avance social para estos últimos.
No había absolutamente ninguna razón para que Rachel se mostrara tan sumisa ante los Ford.
Corrine sabía que la humildad de Rachel provenía de sus sentimientos genuinos por Jules.
Sin embargo, esos sentimientos no le daban derecho a Jules a aprovecharse de su afecto.
Mientras Corrine dudaba en la entrada del jardín, contemplando si enfrentarse a Jules y aclarar las cosas, se oyó su voz.
«Me opongo a casarnos tan pronto, no porque no quiera casarme contigo, sino porque todo parece precipitado y me preocupa no poder darte la gran boda que te mereces».
Aunque su unión era de conveniencia, Jules entendía que, como futuro marido de Rachel, era su deber cumplir ciertas expectativas.
Se sentía obligado a dar a Rachel toda la dignidad que se merecía.
Al oír esto, Rachel bajó la mirada, ocultando las emociones que amenazaban con aflorar. —Está bien, avisaré a mis padres para que vengan y discutamos los preparativos de la boda.
—Lo que tú digas —respondió Jules con firmeza—. Está haciendo viento fuera, volvamos dentro.
Rachel asintió y extendió la mano para cogerle del brazo, pero Jules se apartó y se dirigió con paso rápido hacia la casa.
Ella vio cómo su mano caía vacía entre ellos, y una ola de tristeza indescriptible la invadió.
—Voy a tomar el aire fuera. Entra tú —dijo Rachel.
Jules se volvió y la miró en silencio antes de marcharse sin decir nada.
Rachel se quedó sola, observando su figura hasta que desapareció de su vista.
Como futuro marido, Jules desempeñaba su papel a la perfección.
Tenía en cuenta sus sentimientos y la trataba con respeto. Cada gesto, cada detalle, provenía de su sentido del deber más que de un afecto genuino.
Siempre se había dicho a sí misma que solo su amor podría sostenerlos, que si lo amaba lo suficiente, su indiferencia no importaría.
Pero ahora, ante la frialdad de Jules, se preguntaba si había sido demasiado ingenua, si había pensado de forma demasiado simplista.
El amor y el matrimonio siempre eran un baile para dos. La devoción unilateral solo reconforta a quien la ofrece; nunca llega realmente al corazón del otro.
No se arrepentía de sus decisiones, pero no sabía cómo despertar ningún sentimiento genuino en Jules.
Rachel suspiró suavemente y dirigió su atención a las rosas que se mecían suavemente con la brisa del atardecer. Extendió la mano y rozó con la yema de los dedos un delicado pétalo. «¿Tú también crees que soy estúpida?».
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