Ámame maldito CEO - Capítulo 26
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Capítulo 26:
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“Me la pagarás, ¡Vas a amarme! Y luego voy a dejarte llorando”
Dijo como si fuera el peor de sus berrinches.
Corrió a subir las escaleras y subió a su habitación.
Las lágrimas cayeron por su rostro sin detenerlas.
‘Juro que lo odio con toda mi alma’
Pensó con las manos en un puño.
Miró su móvil resonar.
Era un número desconocido.
¿Tal vez era él?
Contestó de una vez y escuchó aquella voz familiar.
“Merybeth, ¡No me cuelgues!”
Merybeth sintió que no podía respirar.
No esperaba escuchar esa voz.
No la quería escuchar.
“¿Qué quieres, Joe? ¿No has tenido suficiente con lo que me has hecho? ¿Qué más quieres de mí?”
“Yo… por favor, espera, te extraño, te extraño mucho…”
“¿Me extrañas?”
Merybeth se echó a reír.
“¿Acaso me crees una idiota? No, Joe, yo no creo en ti, Nunca más”.
“Por favor, solo, no me odies, sé que piensas lo peor de mí, sé que rompí tu corazón, pero todo tiene una razón de ser, lo hago porque te amo, como siempre”
Joe colgó la llamada.
Merybeth se quedó perpleja.
“¿Qué?”
Las lágrimas corrieron por su rostro.
No podía parar de llorar.
¿Por qué le decía esas palabras?
¿Acaso Joe Carson quería desquiciarla luego de destruir su amor y su reputación?
¿Era esto una broma?
¿Un truco?
¿Cuál era su objetivo?
…
En otro lugar…
Durante todo el día laboral, Sean parecía de un humor de mil demonios.
Lucy observó la forma en que firmaba los documentos.
Se notaba que algo estaba matándolo.
“¿Está bien, Señor Hyland?”
Él alzó la vista y la miró con ojos severos.
Ella deseó no haberlo preguntado.
“Sí, estoy bien”.
“¿Su esposa está bien?”
Sean alzó el rostro y de pronto su gesto cambió.
Pasó de ser severo a uno de preocupación.
No dijo nada y Lucy se alejó con una sutil reverencia.
Sean pensó en sus palabras.
¿Su esposa estaba bien?
Recordó aquella gran pelea de la mañana.
Él seguía molesto, pero, ella estaba enferma y él la había ofendido tanto como quisiera, y no era capaz de reconocerlo.
Sean tomó su móvil y marcó el número de Merybeth.
Ella respondió al instante.
“¡Déjame en paz, Joe!”
Exclamó asumiendo que Joe debía volver a llamarla, sobre todo cuando no conocía ese número.
“¿Quién es Joe?”
Esa voz logró dejarla muda.
Ella no sabía que responder.
Su respiración se notaba acelerada.
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