Yo soy tuya y tú eres mío - Capítulo 1497
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Capítulo 1497:
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Jarrod había resuelto enviar a Doreen al extranjero no sólo por su educación, sino también para profundizar en los asuntos de la familia Watts. La presencia continuada de Doreen en casa podía complicar las cosas. Al fin y al cabo, seguía vinculada a la familia Watts por matrimonio.
Jarrod intuía que algo siniestro se estaba gestando en el seno de la familia Watts. Enviar a Doreen lejos era en parte para protegerla de posibles daños.
Eran complejidades que no había divulgado a Hallie. Hallie podría revelar inadvertidamente algo crítico. Su falta de discreción podría poner en peligro su posición.
Al mirar su teléfono, Jarrod recordó su tarea original. Marcó el número de Nicole. En la pantalla del teléfono se leía «Cariño», un cambio que había hecho justo después de que obtuvieran su certificado de matrimonio. El teléfono sonó varias veces, pero no respondió.
Jarrod frunció el ceño e intentó llamar de nuevo, pero su teléfono estaba apagado.
Molesto, Jarrod pulsó el interfono e indicó a Alec: «Ve al hospital y comprueba si mi mujer sigue allí».
«Enseguida, señor», respondió Alec con prontitud.
Mientras tanto, Hallie estaba furiosa después de que Jarrod terminara bruscamente la llamada. No podía comprender la abrumadora influencia que la mujer de Jarrod parecía ejercer sobre él. Por el bien de Nicole, Jarrod parecía dispuesto a dejar de lado a su propia familia.
Rápidamente, Hallie hizo una llamada: «Averigua dónde está esa mujer, Nicole».
A lo largo de los años, Hallie había cultivado una red en Ardleng, utilizando su riqueza para reunir información y ejercer influencia. Sus ojos brillaban con intenciones maliciosas. Estaba decidida a enfrentarse a Nicole, que había perturbado la vida de su hija.
En el hospital, Jamie seguía recibiendo tratamiento de urgencia. Nicole permanecía fuera de la habitación, ensimismada en sus pensamientos sobre su anterior encuentro con Roscoe.
Momentos antes, Nicole había preguntado tímidamente a Roscoe: «¿Estás bien?».
Roscoe había respondido con escalofriante indiferencia: «¿Quién eres? ¿Te conozco?»
Su gélida respuesta había pillado desprevenida a Nicole. Recordó entonces que él seguía sufriendo pérdidas de memoria y que ya no la reconocía. Para él, era una extraña.
Nicole tenía la intención de marcharse cuando Roscoe se agarró la cabeza de repente, haciendo una mueca de dolor.
«¿Estás bien? ¿Qué te pasa, Roscoe?» preguntó Nicole, acercándose para ayudarle.
Inesperadamente, Roscoe la empujó con fuerza, haciéndola tropezar y caer. Su expresión se transformó en una de furia, sus ojos se inyectaron en sangre, una visión aterradora.
Al ver su angustia, Nicole sintió que su estado era algo más que una simple dolencia. Era algo profundamente alarmante. Presa del pánico, gritó pidiendo ayuda: «¡Doctor! ¡Doctor! Que alguien me ayude, por favor».
Mientras Nicole corría en busca de ayuda, una mujer chocó con ella, casi provocando otra caída.
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