Yo soy el Alfa Dominante: Me perteneces - Capítulo 92
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Capítulo 92:
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Hubo una pausa, un silencio lleno de las palabras que ninguno de los dos había pronunciado en voz alta, la conexión que se había hecho más fuerte con cada día que pasaba. Quería decir algo, cualquier cosa, para reconocer lo que había entre nosotros, pero dudé. La manada necesitaba mi concentración ahora, y no podía permitirme distracciones. Sin embargo, el vínculo entre nosotros, innegable y constante, parecía estar esperando un reconocimiento.
—Dante —comencé en voz baja, apenas un susurro—, sé que has estado aquí para apoyarme, para ayudarme a liderar. Pero hay algo más, ¿verdad? Esta conexión entre nosotros… es más que una simple alianza.
—Manteniendo mi mirada, un destello de vulnerabilidad cruzó su rostro antes de asentir.
—Sí, Elara. Es más. Yo también lo he sentido. Estamos unidos, de formas que ninguno de los dos comprende del todo. Y por mucho que haya intentado dejarlo de lado, está ahí. Pero no quería cargarte con ello, no ahora.
Su honestidad, cruda y abierta, me golpeó hasta lo más hondo.
—No es una carga —respondí, con la voz temblorosa.
«Es solo que… es inesperado. Nunca pensé que estaría aquí, liderando la Manada de la Garra, y mucho menos contigo a mi lado».
La mano de Dante se extendió, rozando la mía, y el contacto me hizo estremecer, solidificando el vínculo que compartíamos. Me miró con una intensidad que no dejaba lugar a dudas.
«Elara, pase lo que pase, estoy contigo. No estás sola en esto».
En ese momento, tomé una decisión, una que me pareció aterradora e inevitable.
—Entonces sé mi consejera. Oficialmente. Necesito a alguien en quien pueda confiar plenamente, alguien que entienda los riesgos a los que nos enfrentamos. Te necesito.
Él asintió, una leve sonrisa cruzó sus labios.
—Sería un honor, Alfa.
El peso de la decisión se cernió sobre ambos, un reconocimiento fatídico del vínculo que compartíamos y la lealtad que nos unía. Ya no se trataba solo de liderazgo; se trataba de confianza, de supervivencia, de construir un futuro para la manada Garra. Sabía que mi decisión de confiar plenamente en Dante cambiaría la dinámica de la manada, y que algunos lobos podrían cuestionarlo. Pero también sabía que era la elección correcta. Silas era una amenaza que no podíamos enfrentar divididos, y la experiencia de Dante, su lealtad inquebrantable, sería esencial para nuestra victoria.
Mientras el sol se hundía bajo el horizonte, bañando el recinto en una cálida luz dorada, Dante y yo nos dirigimos juntos a la manada, su presencia a mi lado un poderoso símbolo de unidad. Los lobos se reunieron, con expresiones cautelosas pero atentas, observándonos mientras nos preparábamos para hablar.
«Sé que todos sentís la tensión, el peso de lo que se avecina», comencé, con mi voz resonando por todo el recinto.
«Silas ha dejado claras sus intenciones. No solo quiere nuestras tierras; quiere destruir nuestra unidad, arrebatarnos nuestra fuerza. Pero no se lo permitiremos. La manada de Garras se mantiene firme y protegeremos nuestro hogar, nuestra familia, con todo lo que tenemos».
Un murmullo de acuerdo recorrió la manada, con una férrea determinación en sus ojos. Estaban preparados para enfrentarse a lo que fuera, para permanecer unidos contra la tormenta que se cernía en el horizonte.
«Para hacer frente a esta amenaza», continué, «he nombrado a Dante mi asesor oficial. Sus conocimientos y experiencia ya nos han fortalecido, y su lealtad a la Manada de la Garra es incuestionable. Estará a mi lado, ayudándonos a prepararnos para la batalla que se avecina».
Hubo una pausa, y sentí el peso del escrutinio de la manada, su silenciosa valoración de mi decisión. Pero al mirar a mi alrededor, vi asentimientos de aceptación, de comprensión. Sabían lo que significaba la presencia de Dante, la fuerza que simbolizaba. Y confiaban en él, como yo.
Dante dio un paso adelante, con voz firme, y se dirigió a la manada.
«La manada de las Garras es mi familia, y estoy aquí para protegerla con todo lo que tengo. Juntos, somos más fuertes que cualquier amenaza. Y cuando Silas venga, le mostraremos lo que significa desafiar a la Manada de la Garra».
Los lobos dejaron escapar un aullido colectivo, sus voces una poderosa declaración que resonó entre los árboles, una promesa de unidad y fuerza. Las dudas, los miedos, las fracturas que una vez amenazaron con separarnos ahora se sentían lejanas, reemplazadas por un vínculo inquebrantable.
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