Yo soy el Alfa Dominante: Me perteneces - Capítulo 64
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Capítulo 64:
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Celia rompió su silencio con voz tranquila pero firme.
—Las palabras son importantes, Elara, pero no siempre son suficientes. Si quieres que la manada crea en la lealtad de Dante, él tiene que demostrarlo con hechos.
—Ya lo ha demostrado —espeté, pero Celia no se inmutó.
—Entonces hazlo innegable —respondió.
—Dale una tarea, algo público, algo visible. Deja que la manada vea que está aquí para apoyarte, no para desafiarte.
Consideré su sugerencia, con la mente en plena ebullición. Tenía razón. Una declaración de lealtad podría satisfacer a algunos lobos, pero un acto visible de apoyo iría más allá. Enviaría un mensaje, no solo a la manada, sino a Silas y a cualquiera que estuviera observando.
—Hay una misión de exploración planeada para mañana —dije, con la mirada fija en Dante—.
Hemos tenido informes de movimiento cerca de la frontera sur. Coge un equipo e investiga. Demuéstrale a la manada que estás aquí por ellos. Dante asintió con la cabeza, con expresión resuelta.
—Hecho.
Osric lo estudió durante un largo momento antes de hablar finalmente.
—Si tienes éxito, contribuirá en gran medida a disipar sus dudas. Pero si fracasas…
—No fracasaré —dijo Dante, con voz firme. No había arrogancia en su tono, solo certeza.
La reunión terminó poco después, y el consejo se dispersó con un murmullo de acuerdo. Dante se quedó mientras los demás se marchaban, sus ojos oscuros observándome con atención.
«No tenías que hacer eso», dijo en voz baja cuando estuvimos solos.
«Sí, tenía que hacerlo», respondí, mirándolo a los ojos.
«Si vamos a enfrentarnos a Silas, esta manada tiene que estar unida. Y ahora mismo, eso significa demostrar tu lealtad».
Inclinó ligeramente la cabeza, con una expresión indescifrable.
—¿Crees que te decepcionaré?
—No —dije, y la palabra salió con más fuerza de lo que pretendía.
—Pero ellos sí. Y eso es lo que importa.
Dante asintió, con los labios curvados en una leve sonrisa.
—Entonces supongo que tendré que demostrarles que se equivocan.
Cuando se dio la vuelta para irse, solté un lento suspiro, el peso de la reunión me oprimía. Las dudas no habían desaparecido, todavía no. Pero este era un paso adelante, una oportunidad para demostrar a la manada que juntos éramos más fuertes.
Y cuando llegara el momento de enfrentarme a Silas, no habría lugar para las sombras. Solo fuerza.
POV: Elara
El aire estaba cargado del aroma a pino y tierra cuando salí del recinto aquella tarde, con el corazón aún acelerado por las pruebas. La manada había empezado a retirarse a sus hogares, murmurando entre ellos en voz baja, lanzándome miradas en mi dirección mientras se iban. Algunos de los lobos me habían felicitado en voz baja; otros habían permanecido en silencio, con expresiones indescifrables. Pero incluso en el silencio, la energía en el aire se sentía cargada, como si las pruebas hubieran despertado algo dentro de todos nosotros.
Necesitaba un momento lejos de sus ojos vigilantes, un momento para respirar y dejar que el peso del día se asentara. Así que me adentré en el bosque, siguiendo un camino familiar que conducía a un pequeño claro con vistas al valle. Era uno de mis lugares favoritos, un refugio escondido donde el mundo parecía quieto, aunque solo fuera por un rato.
Los últimos rayos de sol proyectaban un cálido resplandor sobre los árboles, y un escalofrío se apoderó de mí al caer la tarde. Respiré hondo, cerré los ojos y dejé que la quietud se apoderara de mí. Pero en cuanto abrí los ojos, sentí una presencia, una sensación tan familiar, tan distinta, que supe exactamente quién era sin necesidad de girarme.
—Dante —dije en voz baja.
Dante se adentró en el claro, con movimientos fluidos y silenciosos. Al principio no dijo nada, solo me observó con expresión pensativa. Por un momento, ninguno de los dos habló, el silencio se extendió entre nosotros, lleno de palabras no dichas, preguntas sin resolver.
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