Yo soy el Alfa Dominante: Me perteneces - Capítulo 45
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Capítulo 45:
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«La palabra del Alfa es ley. La confianza se gana con la fuerza, no con las palabras».
No había habido lugar para el debate bajo su gobierno, ni para el tipo de discusión que yo estaba permitiendo ahora. Había admirado su claridad, su confianza. Pero su fuerza había tenido un precio. Su enfoque autoritario había alienado a quienes lo cuestionaban, creando fracturas que ahora tenía la tarea de sanar.
Yo no era mi padre. No lideraría con la férrea certeza que había definido su gobierno. Mi liderazgo tenía que ser diferente, más suave en algunos aspectos, pero no menos resuelto. La manada necesitaba unidad, no miedo. Y yo construiría esa unidad, paso a paso.
De vuelta en la sala del consejo, el ceño fruncido de Miriam se hizo más profundo.
—Pero, ¿podemos confiar en que su lealtad se extiende a la manada, y no solo a ti? A algunos de nosotros nos preocupa que su vínculo contigo pueda nublar su juicio.
Me enderecé en mi asiento, dejando que mi autoridad llenara la habitación.
—Dante es leal a la manada de Talon y a mí como su alfa. Si dudáis de sus intenciones, os sugiero que paséis más tiempo observando sus acciones y menos tiempo especulando sobre sus motivaciones. No toleraré acusaciones infundadas, ni permitiré que nadie cuestione mis decisiones como alfa. ¿Queda claro?
Un tenso silencio siguió a mis palabras, pero nadie habló. Pude ver el conflicto en sus expresiones: algunos todavía escépticos, otros visiblemente influidos por mi convicción. Celia rompió el silencio, con voz suave pero firme.
—Elara tiene razón. No podemos permitirnos la división, no con Silas preparándose para atacar. Si las acciones de Dante apoyan a la manada, entonces deberíamos centrarnos en eso, en lugar de obsesionarnos con el pasado.
Osric se reclinó en su silla, con una expresión indescifrable.
—Muy bien. Pero la confianza se gana, Elara, no se concede. Si Dante va a formar parte de esta manada, tendrá que demostrar a los demás que está aquí por ellos, no solo por ti.
—No tengo ninguna duda de que lo hará —respondí. Mi tono no dejaba lugar a más debate.
«Ahora, a menos que alguien más tenga algo que decir, tenemos asuntos más urgentes que discutir».
Después de la reunión del consejo, salí al exterior, con el aire frío mordiéndome la piel. La manada se había reunido cerca de los terrenos de entrenamiento, y sus murmullos se calmaron cuando me acerqué. Esperaban a que hablara, con sus dudas y preguntas flotando en el aire como una nube de tormenta.
Me puse de pie, dejando que mi mirada los recorriera.
«Manada Garra», comencé, con mi voz resonando por todo el claro.
«Sé que hay preguntas sobre el regreso de Dante. Sé que algunos de vosotros tenéis dudas. Y no voy a fingir que esas dudas no son válidas».
«Válidas. Pero dejad que os recuerde algo: la fuerza de esta manada no proviene de ningún lobo en particular, sino de los lazos que compartimos, de la confianza que construimos».
Hice una pausa, dejando que mis palabras calaran.
—Dante está aquí porque creo que puede ayudarnos a afrontar lo que se avecina. Ya ha luchado antes por esta manada y está preparado para volver a hacerlo. Pero la confianza se gana, no se da. Él lo sabe, y yo también.
Di un paso más hacia los lobos reunidos, encontrando sus miradas.
«Estamos al borde de una tormenta. Silas se acerca y hará todo lo que esté en su mano para separarnos. Pero no dejaré que esta manada se desmorone. Juntos somos más fuertes que cualquier enemigo. Juntos somos la manada Garra. Y como vuestro alfa, os guiaré a través de lo que sea que nos depare el futuro».
La manada permaneció en silencio durante un momento y, luego, una a una, las cabezas empezaron a asentir. No fue unánime, pero fue suficiente. Los primeros indicios de unidad, frágiles pero reales. Al bajar, sentí el peso de sus ojos sobre mí, no con sospecha, sino con algo más. Esperanza.
El camino que tenía por delante no sería fácil, pero había tomado una decisión y la mantendría. Esta manada era mi responsabilidad, mi legado, y la lideraría con la fuerza y determinación que mi padre me había inculcado. Pero también la lideraría con la compasión y determinación que a él le habían faltado.
Dante ahora formaba parte de esta manada, y juntos, afrontaríamos lo que fuera.
POV: Elara
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