Vuelve conmigo, amor mío - Capítulo 996
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Capítulo 996:
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Allie apretó la mandíbula, con la voz tensa por la preocupación. «Calla, ahorra energías. Vamos al hospital ahora mismo».
Joelle dio un paso adelante. —Rafael, tú y Allie llevad a Lucas al hospital primero. Aurora sigue desaparecida. Adrian y yo iremos a buscarla.
—De acuerdo —asintió Rafael, con expresión concentrada. Levantó con cuidado a Lucas y lo llevó hacia el coche.
—¡Yo también voy al hospital! —logró decir Molly, con lágrimas corriéndole por las mejillas—. ¡Puedo ayudar!
Lucas hizo un gesto de dolor y habló en un susurro, apenas audible debido al dolor. —No, tenéis que encontrar a Aurora.
Molly apretó los puños, sintiendo cómo la frustración la invadía. Incluso en ese momento, con la frente manchada de sangre, Lucas estaba más preocupado por Aurora que por sí mismo.
Adrian, consciente de su angustia, le puso una mano en el hombro para consolarla. —Lucas se ha hecho daño por salvarte. Tienes que asumir tu responsabilidad.
Molly asintió, con la determinación más firme que nunca. No importaba lo que dijera Lucas, se subió al coche con ellos.
Joelle y Adrian se pusieron en marcha, inspeccionando los alrededores. Ryland había corrido hacia la montaña que se alzaba detrás de la villa, adentrándose en el denso bosque que se extendía más allá de la propiedad de los Miller. La carretera estaba tranquila, solo se veía algún coche de vez en cuando. Volvieron sobre sus pasos, llamando a Aurora, pero no obtuvieron respuesta. Aurora había dejado su teléfono en su prisa y, a medida que los minutos se convertían en horas, la inquietud de Joelle y Adrian aumentaba. Sin dudarlo, llamaron a la policía.
En ese momento, una furgoneta pasó a toda velocidad junto a ellos. Los asientos traseros habían sido arrancados, dejando solo espacio suficiente para Aurora, con las muñecas y los tobillos atados y la boca tapada con cinta adhesiva.
Su mirada penetrante se clavó en los dos hombres que iban delante, ajenos al fuego que ardía en sus ojos.
En su prisa, no había tenido cuidado y ahora estaba en sus garras.
La furgoneta avanzaba a toda velocidad entre los árboles y su ansiedad aumentaba con cada borrón verde.
Dunn, elegantemente vestido con un traje a medida, se preparaba para un importante seminario con su profesor. El profesor, ansioso por establecer contactos, había concertado reuniones con algunas figuras influyentes del sector.
El traje de Dunn le quedaba perfecto, con su tejido negro elegante y sofisticado, y el cuello bajo que le daba un aire de elegancia discreta.
Cuando entró en la sala con su profesor, Lynda apareció por el otro lado. —Profesor, gracias por seguir dándome esta oportunidad.
El profesor sonrió cálidamente, con voz llena de ánimo. «Tú y Dunn sois mis alumnos más talentosos. Aprovecha el día de hoy y no me decepciones».
Lynda miró a Dunn y esbozó una sonrisa forzada. «Lo haré».
El asiento del profesor estaba en la primera fila, y Dunn y Lynda se sentaron detrás. Una figura reconocida en la industria estaba hablando en el escenario, y sus palabras acaparaban la atención de todos los presentes. Lynda, incapaz de concentrarse por completo en el orador, se volvió hacia Dunn. —Dunn, ¿tienes novia?
Dunn no la miró, con la mirada fija en el escenario. —Todavía no, pero pronto.
Lynda sintió un nudo en el pecho, pero se tranquilizó pensando que las relaciones no siempre duraban. Mientras siguiera mejorando, algún día Dunn se fijaría en ella.
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