Vuelve conmigo, amor mío - Capítulo 988
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Capítulo 988:
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«Ha sido culpa mía».
Ryland miró a Lucas. Lucas extendió el puño, ofreciéndole una tregua. Aunque reacio, Ryland lo chocó, con un gesto frío pero reconociendo el gesto.
—Voy a volver pronto al extranjero y te dejo todo aquí en tus manos. Aurora se va a la universidad. No podré estar allí para despedirla, así que te la dejo a ti.
Ryland apenas registró las palabras. No era problema suyo. Murmuró con indiferencia: —De acuerdo.
—Y Molly siempre preocupa a sus padres. Si mete la pata, ¿podrías hablar bien de ella?
—No voy a suplicar por esa mocosa.
Lucas sonrió. —Si empiezas a vernos como amigos, como familia, Molly también acabará aceptándonos.
La verdad era que Ryland nunca los había considerado familia.
La única razón por la que había vuelto con Joelle era porque Wade quería que llevara una vida tranquila y normal.
Y no tenía ningún otro sitio adonde ir, así que se había ido con Joelle.
Las palabras de Lucas lo atravesaron, apretándole la mandíbula. Apretó el puño, sintiendo cómo la ira bullía bajo su piel.
¿Cómo podía considerarlos familia? Eran los mismos que habían matado a su tío. Eran los mismos que intentaban separarlo de su padre.
—Tú no eres yo, así que deja de entrometerte —murmuró Ryland, levantándose del suelo y dirigiéndose al vestuario para darse una ducha.
Cuando regresaron, la villa estaba inquietantemente silenciosa.
Se fueron a sus habitaciones. Ryland, sin embargo, se acostó en su cama, inquieto, sin poder conciliar el sueño.
Sacó la foto de Katie y acarició los bordes con los dedos.
Nunca se había sentido tan cerca de ella.
Si apareciera de repente delante de ella, se sorprendería. Se arrepentiría de haberle dado la espalda.
Sus ojos se posaron en la foto, el sueño lo fue venciendo poco a poco y el mundo se volvió borroso a su alrededor.
Pero entonces, una voz suave llegó hasta él desde fuera. Se levantó y salió al balcón. Era Aurora, de pie justo al lado, absorta en una llamada telefónica.
Estaba tan concentrada que no se dio cuenta de que él la observaba desde las sombras.
Dunn le había pedido que le dejara oír su voz y ella lo había llamado.
—¿Ya me oyes? Vete a dormir.
La voz de Dunn se oyó, teñida de frustración. —No puedo dormir.
—La falta de sueño te envejecerá.
—Entonces envejeceremos juntos.
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