Vuelve conmigo, amor mío - Capítulo 987
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos dos veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 987:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
«¿Por qué iba a creerte?», replicó Ryland.
«¿Tienes miedo?», se burló Lucas.
«¡Vete! ¡Vete ahora!».
El gimnasio de boxeo no abría por la noche, pero como Lucas conocía al dueño, les dejaron entrar como excepción.
El lugar estaba vacío, salvo por las luces intensas que iluminaban el ring de boxeo, que brillaban con fuerza en el espacio por lo demás oscuro. Ryland se puso la ropa de gimnasio, mirando su brazo herido mientras se ponía los guantes de boxeo.
Ya no tenía la escayola, pero aún no estaba seguro de poder esforzarse al máximo. Lucas, que ya estaba calentando cerca, se dio cuenta de su vacilación. «No te preocupes, no te tocaré el brazo».
—Basta de charla —gruñó Ryland, estirando el cuerpo y adoptando una postura de combate. No quería pelear, pero Lucas había insistido.
Wade lo había entrenado durante años. Podía enfrentarse a tres personas a la vez sin sudar ni una gota.
Lucas, ahora con los guantes puestos, se colocó frente a él. Se miraron fijamente, con los ojos clavados en el otro en un desafío silencioso.
Luchar no era solo cuestión de fuerza bruta, sino de leer al oponente y anticipar sus próximos movimientos.
Había un viejo dicho: «Nunca conoces realmente a alguien hasta que has luchado con él».
Y en el ring, cada movimiento revelaba algo sobre la persona, desde sus golpes hasta sus defensas.
Lucas se mantenía principalmente a la defensiva, pero cuando atacaba, era como un depredador que se abalanzaba sobre su presa.
Ryland tenía resistencia de sobra. Se basaba en agotar a sus oponentes, con movimientos calculados e implacables. Su personalidad era un reflejo de eso: valiente, estratégico, directo.
Lucharon hasta las tres y media de la madrugada.
Agotado, Ryland yacía tendido en el ring de boxeo, con la respiración entrecortada. No se había sentido tan vivo desde que Wade falleció.
—He perdido —dijo Lucas, desplomándose a su lado, jadeando y con la ropa empapada de sudor. Se quitó los guantes y los tiró a un lado antes de tumbarse junto a Ryland.
—Tú también eres bastante bueno. —Ryland se quedó mirando las luces parpadeantes del techo.
—¿Quién te enseñó?
—Mi padre.
La expresión de Ryland se ensombreció y su ánimo se hundió como una piedra. —¿Rafael?
—¿Lo conoces?
—No lo conozco. Pero hay algo en él que me resulta familiar.
Lucas lo miró. —¿Echas de menos a tu padre?
Ryland esbozó una sonrisa amarga. —No empieces a fingir que somos amigos. Vuelve a hablarme así y te haré arrepentirte.
Después de pasar un tiempo con él, Lucas había descubierto cómo era Ryland: no respondía bien cuando lo presionaban.
.
.
.