Vuelve conmigo, amor mío - Capítulo 986
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Capítulo 986:
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Antes de que Lucas pudiera terminar, la puerta se abrió de golpe. Una mano, musculosa y afilada, se extendió y lo agarró por el cuello.
La fuerza empujó a Lucas hacia adelante, haciendo que entrara en la habitación de Ryland y casi derramara la fruta que sostenía.
Una vez que la puerta se cerró de golpe, Ryland lo empujó al suelo con un movimiento rápido.
Arriba, el sonido amortiguado de una pelea hizo que Molly corriera hacia la puerta. «¡Eh! ¿Estás bien? ¿Qué pasa ahí dentro?».
Ryland, encima de Lucas, gruñó: «¡Lárgate!».
A Molly nunca le había gustado Ryland, pero su indiferencia hacia ella siempre le había hecho pensar que era inofensivo.
Ahora se daba cuenta de que lo había subestimado. Nadie, ni siquiera Adrian, le había gritado así nunca. Se quedó paralizada, con el rostro pálido.
Aurora, tranquila y serena, dio un paso adelante. —Lucas, ¿estás bien? ¿Qué ha sido ese ruido?
Ryland seguía agarrado al cuello de Lucas mientras lo miraba con desprecio. A Lucas le dolía la espalda por el impacto contra el suelo.
Miró a Ryland a los ojos, soportó el dolor y respondió con calma: «Estoy bien. No te preocupes».
Aurora y Lucas compartían un entendimiento tácito, una confianza silenciosa en que el otro podría manejar cualquier cosa que se les presentara.
Con eso, Aurora instó suavemente a los demás a bajar las escaleras.
Dentro de la habitación, Ryland tenía la frente apoyada contra la de Lucas. La ira de sus ojos se mezclaba con algo más oscuro, algo incontrolable. —Te encanta hablar, ¿verdad? Sigue. Déjame ver qué más sabes hacer aparte de mover la boca.
Lucas esbozó una sonrisa. —¿Estás loco? Más te vale que no me pegues en la cara. Si ven algún moratón, ya sabes lo que significará, ¿no?
Ryland apretó la mandíbula y rechinó los dientes, ya que cada palabra de Lucas parecía desmoronarlo un poco más.
Era un extraño, y su estatus en esta familia ni siquiera era igual al de un extraño.
Una ola de inquietud lo invadió, ahogándolo en un dolor del que no podía escapar.
Ryland quería encontrar a Wade, pero el hogar que una vez conoció había desaparecido junto con la muerte de Wade.
Se detuvo, con la garganta apretada como si algo invisible lo estuviera ahogando por dentro.
Aprovechando su momento de debilidad, Lucas le agarró la mano y utilizó toda su fuerza para volcar la mesa y cambiar sus posiciones.
—¡Suéltame! —gruñó Ryland, luchando como un león que lo sujetan—. ¡No creas que no te voy a dar una paliza!
Lucas, que aún era un niño, llevaba pañales cuando él y Wade fueron a cazar a las montañas.
Lucas tenía los ojos brillantes mientras mantenía las extremidades quietas. —Aquí no hay suficiente espacio, y si oyen algo, vendrán corriendo. Si de verdad quieres pelear, conozco un lugar mejor.
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