Vuelve conmigo, amor mío - Capítulo 976
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Capítulo 976:
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Joelle sollozó en silencio, secándose las lágrimas que amenazaban con derramarse, y salió de la sala fingiendo que no pasaba nada.
Adrian se recostó en el sofá, cruzando las piernas con aire indiferente. El vínculo sanguíneo con Ryland significaba poco para él.
Después de todo, la madre de Ryland, que también era prima de Adrian, lo había abandonado nada más nacer. Si no fuera por la bondad de Joelle, que había traído a Ryland de vuelta a sus vidas, Adrian dudaba que hubiera sabido nunca de la existencia del niño.
Se quedó en la habitación solo por Joelle.
—Dime cómo te encuentras —dijo Adrian.
Ahora que Joelle se había ido, Ryland sintió una extraña sensación de tranquilidad. —Quiero ver a mi madre.
Adrian arqueó una ceja. —¿A cuál?
—Solo tengo una.
Adrian entrelazó los dedos y permaneció en silencio durante un momento, con la mirada impenetrable. Ryland se refería a Katie.
Recordó que Katie había sido trasladada de la cárcel a un sanatorio tras ser diagnosticada con hepatitis grave. No tenía ni idea de cómo estaba ahora.
—¿Para qué quieres verla? —preguntó Adrian.
—No es asunto tuyo.
Adrian esbozó una sonrisa irónica mientras observaba a Ryland intentar mantener la compostura. —No la verás.
Ryland levantó la cabeza bruscamente para mirar a Adrian. Sus pupilas se dilataron ligeramente, dejando al descubierto emociones que no quería revelar. —¿Está muerta?
Adrian se burló con frialdad. —Está viva, aunque es como si lo estuviera. Fraude, asesinato… La dejé vivir solo por piedad.
Cegado temporalmente por las emociones, Ryland solo oyó la última frase. —¿Qué le hiciste?
—¿Por qué te importa tanto? —Adrian arqueó una ceja y se encogió de hombros en señal de indiferencia—. Si no recuerdo mal, ella no te crió ni un solo día. ¿No te lo dijo Wade?
Ryland se quedó en silencio y apretó los puños a los lados del cuerpo.
Tenía una fotografía de Katie guardada en el bolsillo, una imagen borrosa que Wade le había enseñado una vez, la primera imagen que había tenido de su madre. Esa foto había llenado los vacíos, ayudándole a imaginar cómo podría haber sido.
¿La odiaba? Por supuesto que la odiaba. El abandono le había dejado cicatrices, un miedo inquebrantable a que todas las personas que le importaban acabaran abandonándole.
Pero más que el odio, sentía una necesidad acuciante de respuestas. ¿Por qué lo había abandonado? Aunque la verdad le doliera, necesitaba saberlo.
Tras un largo silencio, la voz de Ryland se rompió, baja y derrotada. —¿Había alguna razón por la que ella no me quisiera?
—No —respondió Adrian de inmediato, con dureza y sin concesiones—. Puedes estar seguro de ello.
Ryland apretó la mandíbula, conteniendo a duras penas las lágrimas que amenazaban con caer. Se había dicho a sí mismo que no esperaría nada de ella, pero el dolor seguía atravesándolo, el dolor del niño que había sido, anhelando un amor que nunca llegó.
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