Vuelve conmigo, amor mío - Capítulo 975
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Capítulo 975:
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Dentro de la sala, Ryland escuchó cada palabra de la acalorada discusión. No sabía si debía hablar o permanecer en silencio.
Joelle y Adrian continuaron su feroz discusión con Hooper y su equipo, sin que ninguna de las partes estuviera dispuesta a ceder. La tensión flotaba en el aire como una espesa niebla, pero finalmente el grupo cedió y se marchó sin poner un pie dentro de la sala.
Ryland observó las tensas expresiones de Joelle y Adrian y se dio cuenta de que su acuerdo actual no duraría mucho.
Habiendo sido rechazado antes, comprendía muy bien el dolor del abandono.
Aunque no le gustaban Adrian y Joelle, tampoco le gustaba la sensación de ser dejado de lado otra vez.
—Puedo llevarles al escondite de los terroristas —dijo Ryland de repente—. Antes de morir, mi padre me dijo dónde estaba.
—Ryland —intervino Joelle con brusquedad, en un tono que no admitía réplica—. Esto no es asunto tuyo. Puedes decirles lo que sabes, pero no vas a arriesgar tu vida.
Aún sentía la culpa de haber perdido a Ryland durante tantos años por haberlo descuidado en el pasado. Ahora que lo tenía de vuelta, estaba decidida a protegerlo, sin importar el precio.
Joelle no culpaba a Ryland por ser hostil.
Un niño es como una pizarra en blanco, moldeado por las manos de quienes lo rodean.
Ella culpaba a las personas que le habían enseñado a ser así.
Para Joelle, Ryland siempre sería un niño, sin importar su edad o su comportamiento.
Joelle le hizo la cama con cuidado, como si nada hubiera pasado.
Ni siquiera cuando el jefe Hooper había estado a punto de sacar su arma hacía un momento, Joelle había vacilado.
—Descansa un poco. Pronto nos iremos a casa. Cuando lleguemos, Adrian y yo te llevaremos a un hospital mejor para que te traten —dijo Joelle en voz baja.
En los últimos días, Ryland había llegado a comprender un poco mejor a Joelle y Adrian.
Todo el mundo hablaba de la influencia de Adrian, de cómo la familia Miller tenía un poder innegable en Illerith.
Pero Ryland veía claramente que, dentro de la familia, era Joelle quien llevaba las riendas del poder.
—No he dicho que quiera morir. Tú también quieres volver a casa, ¿verdad? Si seguimos alargando esto, nunca nos dejarán marchar. Estoy dispuesto a ayudarte a volver a casa, pero tienes que aceptar una condición.
Era la primera vez que Ryland les hablaba con tanta compostura. Su voz carecía de calidez y tenía un tono distante que les resultaba extraño. Adrian notó que la mano de Joelle se detuvo sutilmente sobre la sábana que estaba alisando.
Era evidente que Ryland no los veía como familia. En cambio, sentían que estaban negociando.
El peso de esta revelación se instaló pesadamente en la habitación.
Adrian sabía que Joelle estaba molesta, pero solo pudo encontrar una excusa para enviarla lejos. «Joelle, ve a comprarme una botella de agua».
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