Vuelve conmigo, amor mío - Capítulo 973
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Capítulo 973:
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Después de que Aurora colgara, Dunn le ofreció: «Te enseño el lugar».
Aurora preguntó: «¿No le has dicho a tu amigo que no podías? ¿No tienes que ayudar a tu mentor esta tarde?».
«Le he dicho que no tenía tiempo para que no me metiera en un sinfín de eventos sociales».
Dunn miró su reloj y respondió con tono firme: «Estoy libre hasta las dos».
«¿De verdad?
Sí
Aurora sintió una tranquila felicidad brotar en su interior. Pasar tiempo con Dunn, aunque fuera un rato, era un lujo poco habitual.
Dunn la llevó primero a la cafetería y le entregó un tenedor con aire de disculpa. «No es tan buena como la comida de casa, pero por ahora servirá. La próxima vez te llevaré a un sitio mejor».
Aurora probó un bocado y asintió pensativa. «No está mal, la verdad».
Dunn la miró fijamente, captando cada sonrisa fugaz y cada movimiento sutil mientras comía. «Me alegro de que te guste».
Una vez que terminaron de comer, Dunn guió a Aurora por el campus. Caminaron durante más de una hora, pero solo exploraron una pequeña parte de la Universidad de Dugruayae. Aurora ya se imaginaba cómo sería su vida cuando estudiara allí.
En un momento dado, Dunn aminoró el paso y la miró. —Cuando empiecen las clases, probablemente estaré muy ocupado. No tendré tanto tiempo para estar contigo.
Aurora recordó que Lynda le había hablado de una pareja de la Universidad de Dugruayae que se había consumido tanto en sus estudios que apenas se veían y acabaron separándose.
Aun así, no parecía demasiado preocupada. Para ella, si el amor podía desmoronarse bajo la presión de la distancia y el tiempo, quizá no era tan fuerte en primer lugar.
Quería a Dunn, pero valoraba dejar que las cosas siguieran su curso natural y, sobre todo, se valoraba a sí misma.
Esta seguridad en sí misma le permitía afrontar cualquier reto desconocido con calma y confianza.
Levantó la vista hacia Dunn, con expresión tranquila pero cálida. Poco a poco, se sintió más a gusto con él, más ella misma.
Atrás habían quedado los días de nerviosismo inicial y la incomodidad provocada por su larga separación. Ahora podía compartir con él sus pensamientos más sinceros, una señal de que poco a poco se estaban acercando.
—Dunn, si hay algo que quieras hacer, hazlo. No te detendré.
—Gracias, Aurora —dijo él con sinceridad, mirándola a los ojos.
Para alguien que estaba haciendo malabarismos con las expectativas familiares, una carrera en ciernes y los retos académicos, su apoyo era como un faro en medio del caos.
A su edad, todo lo que podía ofrecerle seguía dependiendo en gran medida de los cimientos que había construido su padre.
Pero algún día quería valerse por sí mismo, dar a Aurora algo que fuera fruto exclusivamente de su esfuerzo.
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