Vuelve conmigo, amor mío - Capítulo 969
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Capítulo 969:
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La chica se agarró el pecho al pasar junto a él. Rickey extendió la mano y la agarró con fuerza por la muñeca.
Ella se volvió para mirarlo. Su rostro estaba parcialmente oculto por la luz cambiante. Nunca olvidaría la forma en que la miró en ese momento: su expresión fría, casi insensible, pero sus ojos vacíos brillaban, delatando las lágrimas que se negaba a derramar.
—¿Cuánto cobras? —La voz de Rickey era baja, aguda y cortante.
La chica tragó saliva y bajó la mirada hacia la mano que le rodeaba la muñeca. Poco a poco, pareció comprender sus intenciones. —Depende del tipo de servicio que quieras.
Rickey soltó una risa amarga y frunció los labios. —Entonces, puedo hacer lo que quiera, ¿no? Ella no se atrevió a responder.
—Todos dicen que eres excelente haciendo feliz a la gente —murmuró él con tono sombrío.
Sin previo aviso, la empujó hacia la cama.
Antes de que pudiera procesar lo que estaba pasando, la puerta se cerró de golpe detrás de ellos. La chica tropezó y cayó sobre el borde de la cama, con la respiración entrecortada.
La voz de Rickey, cargada de un tono siniestro, resonó sobre ella. —Veamos qué tan «genial» eres en realidad.
Aurora había quedado con Lynda para ir a la Universidad Dugruayae ese día. En realidad, tenía un motivo oculto. Si se encontraba con Dunn, ¿no sería una sorpresa para él?
Lynda le había dicho que la esperara a la entrada de la biblioteca, pero encontrarla resultó ser todo un reto. Aurora tuvo que parar varias veces para pedir indicaciones. La universidad era tan grande que se quedó sin aliento antes incluso de ver a Lynda.
Se sentó en un banco cerca de la entrada de la biblioteca e intentó recuperar el aliento. Cerca de allí, un grupo de chicos, recién salidos de un partido de baloncesto, pasaban por allí, llenando el aire con sus risas y charlas.
La mirada de Aurora recorrió la zona, buscando a Lynda, sin darse cuenta de que uno de los chicos, con una pelota de baloncesto bajo el brazo, se había detenido para mirarla.
—Hola, guapa, ¿te puedo pedir tu número?
Sorprendida, Aurora parpadeó y se señaló a sí misma. —¿A mí?
El chico sonrió con confianza y asintió. «Sí, te he estado observando un rato».
Aurora esbozó una sonrisa educada y forzada. «Lo siento, pero prefiero que no».
Sin inmutarse, se inclinó ligeramente hacia ella. «Vamos, conozcámonos. ¿Eres de por aquí?».
Su curiosidad no disminuyó. «Ah, ya veo. ¿De qué universidad eres?».
Aurora apretó las manos con fuerza sobre su regazo, reacia a revelar demasiado a un desconocido. «Solo estoy de visita, buscando a mi novio».
La confianza del chico flaqueó. «¿Tienes novio?».
Aurora asintió con firmeza, con expresión tranquila e imperturbable.
Al darse cuenta de que no tenía ninguna oportunidad, el chico murmuró una torpe disculpa y se alejó, visiblemente avergonzado y abatido.
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