Vuelve conmigo, amor mío - Capítulo 965
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Capítulo 965:
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La levantó sin esfuerzo. Aurora le rodeó el cuello con los brazos y apoyó la cabeza ligeramente en su pecho. Negó con la cabeza y balbuceó: —No quiero irme a casa.
Fue un impulso, una confesión inconsciente. Pero no tenía ni idea de lo peligrosas que eran esas palabras en ese momento.
Antes de que Dunn pudiera responder, el camarero que les había atendido se acercó corriendo con una llave de habitación en la mano.
—¿Está borracha la señorita Watson? Señor Finch, puede llevarla a descansar. Ya les he reservado una habitación para los dos.
Dunn entrecerró los ojos y miró al hombre con expresión gélida. —¿Me toma por idiota?
El hombre esbozó una débil sonrisa. —No sé a qué se refiere.
Dunn no perdió ni un segundo más con él. Sin decir palabra, cogió a Aurora y la llevó al aparcamiento. La sentó con cuidado en el asiento del copiloto y reclinó el respaldo. Luego, sacó una botella de agua mineral y se la ofreció.
No podía llevar a Aurora a un hotel, no así, especialmente ahora que estaba borracha. Sería completamente inapropiado. Aurora tomó unos sorbos y luego apartó la botella.
Dunn le abrochó el cinturón de seguridad, acariciándole suavemente el cabello con la mano. —Te llevaré a casa ahora.
Se deslizó al asiento del conductor, pero tan pronto como se acomodó, oyó la voz apagada de Aurora. —No quiero ir a casa.
Tenía la cabeza apoyada en el respaldo del asiento y miraba por la ventana con la mirada perdida, el peso de sus palabras cargado de una tristeza inexpresable. La voz de Dunn era baja, teñida de preocupación. —¿Por qué?
El alcohol parecía aflojar el control que ejercía sobre sus emociones y habló sin vacilar, con voz suave y cruda.
—Después de que mi madre perdiera a Ryland, cayó en una depresión. Cuando estoy en casa, tengo que fingir que soy feliz porque no soporto verla tan triste, llorando en silencio. Soy la mayor de mi generación. Tengo que dar ejemplo a los más pequeños. Tengo que sacar buenas notas, ser educada, hacerles sitio, cuidar de ellos. Pero yo solo soy una niña, ¿no?».
Era la primera vez que Dunn oía a Aurora abrirse así, compartir partes de su corazón. Algunos podrían pensar que estaba siendo demasiado sensible, pero para él estaba claro que nadie la había escuchado nunca de verdad.
Sacó un pañuelo y le secó con delicadeza las lágrimas que empezaban a correr por sus mejillas. Le ofreció consuelo con voz suave. —No estás sola. Me tienes a mí.
Los ojos llenos de lágrimas de Aurora se encontraron con los de él, y su voz temblaba. —Pero tú no has estado ahí todos estos años.
Dunn se quedó momentáneamente desconcertado por sus palabras. Su mirada se suavizó al mirar a Aurora. Ya no estaba solo borracha, estaba completamente perdida, con sus emociones fuera de control.
«Aurora, siempre te he prestado atención. Siento haber tardado tanto en acercarme a ti».
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