Vuelve conmigo, amor mío - Capítulo 963
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Capítulo 963:
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Dunn sonrió y se sentó frente a ella en la larga mesa iluminada por velas. Mientras charlaban animadamente, el crepúsculo se instaló fuera de los amplios ventanales. La velada transcurrió sin incidentes, llena de mutua admiración.
Sin que ellos lo supieran, un camarero tomó una foto de la pareja cenando juntos. La foto llegó al otro lado del océano, donde Rickey contemplaba la serena escena. Por un instante, se imaginó a sí mismo asistiendo a la futura boda de Aurora y Dunn.
Ellos eran la pareja real. Dunn nunca lo diría, pero su mirada protectora había seguido a Aurora durante más de una década. Y Aurora, quizás sin saberlo, había pasado los últimos diez años siguiendo los pasos de Dunn.
Una risa amarga escapó de los labios de Rickey mientras las lágrimas nublaban su visión. En un arranque de desesperación, lanzó su teléfono contra la pared y bajó la cabeza, rindiéndose a su sensación de pérdida y aislamiento.
Mientras lloraba, su mente se llenó de las palabras de Aurora: que eran amigos y que ella le estaba agradecida. Pero lo que él quería no era su gratitud.
En ese momento, el odio de Rickey hacia Dunn alcanzó su punto álgido.
¿Por qué Dunn le había pedido que cuidara de Aurora?
Si no hubiera intervenido, quizá Aurora y Dunn ya estarían juntos, ahorrándole esta angustia.
Mientras Rickey lloraba, la claridad comenzó a filtrarse a través de su dolor.
Él era quien no debería haber aparecido. La amistad era el único camino que le quedaba. ¿Qué más podía desear? Desesperado por borrar a Aurora de sus pensamientos, Rickey fue interrumpido por sus amigos, que irrumpieron en la habitación.
—Rickey, ¿te apetece salir esta noche para animarte?
Rickey estaba sentado en la penumbra, con los ojos enrojecidos por el llanto, perdido en un mar de desesperación. El aire estaba cargado de tensión.
—¿Qué tipo de diversión?
—¿Tú qué crees? ¿Recuerdas cómo alardeabas de tus novias modelos? Pues bien, he invitado a algunas esta noche. ¿No estás cansado de estudiar todo el día?
Rickey soltó una risita mientras sacaba un cigarrillo de un paquete cercano y lo encendía, mirando por la ventana mientras exhalaba lentamente.
Quizás era hora de cerrar este capítulo de su triángulo amoroso. Después de un par de caladas, dijo con voz ronca: «Id vosotros, yo os alcanzo luego».
«¿En serio? ¡Joder, es la primera vez que te unes a nosotros!».
«Basta de charla, marchaos».
«¡De acuerdo!».
Rickey inhaló profundamente, cogió su teléfono y marcó el número de la persona que había tomado la foto anterior. Incluso desde el extranjero, su riqueza le garantizaba que siempre hubiera cómplices dispuestos.
—Sr. Kelly, ¿qué necesita?
—¿Los planes de Dunn y Aurora para esta noche?
—Planean salir después de cenar. —Rickey tragó saliva—. Hazme un favor.
—¿De qué tipo?
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