Vuelve conmigo, amor mío - Capítulo 956
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Capítulo 956:
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Dunn regresó y logró dormir dos horas antes de dirigirse a su clase matutina. Acababa de encender el ordenador cuando alguien se deslizó en el asiento junto a él.
«Buenos días», saludó Lynda alegremente, bebiendo de un cartón de leche. Sacó con naturalidad su ordenador portátil de la mochila y empezó a charlar. «Es difícil entrar en la asignatura optativa de este profesor, ¿verdad?».
Dunn la miró brevemente, asintiendo cortésmente antes de volver a centrar su atención en la pantalla que tenía delante. La tesis que estaba leyendo, escrita por un estudiante de cursos superiores, había aparecido recientemente en una revista internacional y ofrecía información muy valiosa.
Lynda se inclinó de repente y señaló una sección de la pantalla. —¡Oh, esta parte! Ha habido mucho debate al respecto últimamente.
Continuó con sus comentarios, con voz enérgica. Dunn, por cortesía, no la interrumpió, pero la concentración que tenía hacía unos momentos se había desvanecido por completo.
El profesor entró en la clase con un termo y un maletín. Dunn dijo secamente: —Deberías volver a tu sitio.
La sonrisa de Lynda se desvaneció por un momento, pero se recuperó rápidamente, enmascarando su frustración con una risa ligera.
Al terminar la clase, Dunn se marchó sin demora. Le había prometido a su compañero de último curso, Lionel Flores, que le ayudaría con un experimento.
Lynda se apresuró a alcanzarlo. «Dunn, nuestro club de baile organiza un evento esta noche. ¿Quieres venir?».
«No me interesa», respondió él, sin detener el paso.
—No seas así —dijo Lynda, siguiéndole mientras bajaban las escaleras. Sus pasos más cortos luchaban por seguir el ritmo rápido de él, dejándola ligeramente sin aliento—. ¡Hay un montón de chicas guapísimas en nuestro club de baile!
Dunn siguió caminando, ignorando por completo sus intentos de llamar su atención. Cuando llegó al final de las escaleras…
Mientras bajaban las escaleras, Lionel se quedó junto a la puerta, esperando. Dunn le hizo un breve gesto con la cabeza y aceleró el paso para reunirse con él. Detrás de ellos, Lynda se detuvo en seco y observó sus figuras que se alejaban con expresión desanimada.
Lionel miró hacia atrás a Lynda y se volvió hacia Dunn, levantando una ceja. —¿No es Lynda?
—Sí.
—¿He oído que erais compañeros de instituto?
—No éramos amigos —respondió Dunn con tono seco, sin dar pie a más preguntas.
—¿En serio? ¿No estabais en la misma clase?
—¿Y qué?
Lionel sintió una extraña sensación de alivio al ver que Dunn no parecía interesado en Lynda.
—Lynda no tiene novio, ¿verdad?
—No lo sé —respondió Dunn sin mirarla.
—¡Pues voy a intentarlo! —declaró Lionel, casi para sí mismo, con tono decidido—. Hay un montón de chicos de nuestra clase que intentan salir con ella, ¿sabes? La verdad es que algunos pensaban que vosotros dos estabais juntos.
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