Vuelve conmigo, amor mío - Capítulo 954
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Capítulo 954:
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La mirada de Dunn sobre Aurora era implacable, su intensidad la hacía sentir como si fuera un complejo rompecabezas que él necesitaba resolver. Sus ojos, bordeados por un ligero tono rojizo, se suavizaron en una sonrisa agridulce. «Si estar contigo me causa más daño que bien, nunca me lo perdonaré. Aurora, he guardado estas palabras durante demasiado tiempo…».
—¡Basta! —lo interrumpió Aurora, dando un paso adelante con un repentino arrebato de valentía. Lo rodeó con el brazo libre.
El abrazo distaba mucho de ser perfecto —Ginger se retorcía entre sus brazos, creando una barrera incómoda—, pero el calor que compartían acortó la distancia. Su voz temblaba mientras enterraba el rostro cerca del hombro de él—. ¿Por qué has vuelto a mi vida solo para decirme esto? ¿Es la culpa lo que te ha traído aquí?
Dunn dudó, el peso de su pregunta le obligó a hacer una pausa antes de apretarla con fuerza alrededor de la cintura. —No es culpa. Es porque me he dado cuenta de que mis sentimientos por ti ya no son inocentes. Aurora, ¿me culparías por eso?
El corazón de Aurora se aceleró, sus emociones eran una tormenta caótica que no podía controlar. —Dunn, no importa adónde vaya, tú estás ahí. No es una coincidencia».
Dunn lo sabía perfectamente, pero oírselo admitir le produjo una extraña sensación de seguridad y la abrazó aún más fuerte.
—¡Miau! —Ginger se zafó y saltó de sus brazos al suelo.
—¡Ginger! —gritó Aurora.
Dunn la atrajo hacia sí—. Olvídate del gato por ahora. Te ayudaré a buscarla más tarde.
La tensión de Aurora se alivió ligeramente al ver a Ginger saltar sin esfuerzo a la ventana del segundo piso, sana y salva.
Con Ginger fuera, el espacio entre ella y Dunn se redujo hasta parecer imposible. Apretada contra su pecho, se dio cuenta del ritmo constante de los latidos de su corazón. La sensación le provocó un escalofrío que le hizo sentir un cosquilleo en la piel y le enrojeció las mejillas.
Actuando por impulso, rodeó con los brazos la cintura de Dunn y se apoyó en él. Sus anchos hombros y sus firmes músculos le proporcionaban una sensación de seguridad que le hacía doler el corazón. —Dunn, ¿esto significa que somos…?
—Clic.
El repentino parpadeo de las luces del balcón del segundo piso la interrumpió. Las luces de colores se encendieron, iluminando una cascada de globos que originalmente se habían preparado para la fiesta de Ryland, pero la pancarta ahora mostraba los nombres de ella y Dunn.
Molly estaba en el balcón, con las manos a modo de altavoz, y gritó: —¡Eh! ¡Los dos tortolitos de abajo, mirad arriba!
Aurora se sonrojó. Avergonzada, se escondió contra el pecho de Dunn, deseando que la tierra se la tragara.
Dunn, sin embargo, se lo tomó con calma. Aclaró la garganta y levantó la mano con naturalidad a modo de saludo. —Hola a todos.
La voz de Kalel resonó desde el balcón. «¡Eh, Dunn, nos debes una cena por esto!».
Sariah intervino a su lado, con una sonrisa pícara iluminándole el rostro. «¡Sí! ¡La cena está en juego, o se lo contamos a mamá y papá!».
Aurora ladeó la cabeza y miró a Molly con vergüenza. «¿Ha sido idea tuya, Molly?».
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