Vuelve conmigo, amor mío - Capítulo 947
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Capítulo 947:
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En ese momento, Adrian entró, sintiendo la tensión en la habitación. Frunció el ceño, con evidente preocupación. «¿Qué ha pasado?».
Joelle esbozó una sonrisa forzada, sin querer que Adrian se preocupara por la tensión entre ella y Ryland. —No es nada. Ryland solo me estaba contando cosas del pasado.
Adrian no insistió, pero no pudo ignorar el cansancio en el rostro de Joelle. Le acarició suavemente la mejilla, con un gesto tierno que disipó las preocupaciones invisibles que nublaban su expresión. —Deberías descansar. Yo me quedaré aquí con él esta noche.
Joelle negó con la cabeza. —Estoy bien. No debería alejarme de él hasta que se recupere por completo.
—No seas terca —insistió Adrian. Aunque normalmente dejaba que Joelle se saliera con la suya, esta vez se negó a ceder.
Después de que Joelle se marchara, Adrian se sentó frente a Ryland, con la mirada fija.
—¿Qué le has dicho?
—Nada.
La mirada de Adrian se endureció. —Joelle ha tenido pesadillas durante años por lo que te pasó. No sé qué te enseñó Wade, pero escucha con atención. Puedes odiar a quien quieras, pero a ella nunca.
Ryland apretó los puños y lo miró con ira. —¿Y tú qué?
Adrian entrecerró los ojos, con expresión impenetrable, mientras su instinto confirmaba lo que ya sospechaba: la influencia de Wade había retorcido el corazón del chico, dejándole profundas cicatrices.
—Mi tío Chris murió por tu culpa, ¿verdad? —acusó Ryland con tono agudo y amargo.
Adrian soltó una risa seca, sin humor. —¿Chris? ¿Tu tío? ¿Eso es lo que te ha enseñado Wade?
—¡No te atrevas a hablar de mi padre! —espetó Ryland, apretando los puños y rechinando los dientes de rabia.
Adrian se recostó en la silla, con una postura tranquila y una leve sonrisa casi burlona en los labios—. Acabo de hacerlo. ¿Qué vas a hacer al respecto?
Ryland sintió el aguijón de la provocación como una marca que le quemaba la piel.
Pero comparado con Adrian, no tenía nada, solo su inquebrantable pasión.
Creía que uno debía estar dispuesto a arriesgarlo todo por aquello en lo que realmente creía.
No le daba miedo la muerte.
Incluso con su vida destrozada y miserable, estaba dispuesto a jugársela.
—Repite eso y te haré arrepentirte.
En cuanto pronunció las palabras, Ryland se arrancó el yeso del otro brazo. Bajo el vendaje ocultaba un revólver, ya cargado y listo para disparar.
Adrian levantó los ojos lentamente, con la mirada tranquila y serena a pesar del frío acero que ahora apuntaba directamente a su frente.
No se inmutó. No vaciló. Incluso sentado, su presencia irradiaba un poder inquebrantable, suficiente para hacer temblar a cualquiera.
Ryland apretó el dedo sobre el gatillo. —Pide perdón a mi padre —exigió, con la voz cargada de furia.
—Si aprietas el gatillo, la gente que está fuera entrará corriendo y te reducirá. ¿Entiendes las consecuencias? —La voz de Adrian era firme, imperturbable—. Tu padre sacrificó su vida para salvarte. Si no valoras la tuya, adelante, dispara.
Adrian se inclinó hacia delante, presionando suavemente la frente contra el cañón del arma, con la mirada penetrante clavada en Ryland.
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