Vuelve conmigo, amor mío - Capítulo 945
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 945:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Esperaba, temiendo el momento en que la descubrirían.
Kalel caminaba a poca distancia detrás de sus padres, con las manos entrelazadas perezosamente detrás de la cabeza. Los libros no le interesaban mucho y, mientras deambulaba, sus pensamientos se desviaron hacia cuánto tiempo tardaría en obtener beneficios si abría una biblioteca.
Más adelante, sus padres charlaban con la bibliotecaria, pero, de repente, la conversación se tornó incómoda.
Intrigado, Kalel se acercó para ver qué pasaba y entonces lo comprendió.
Junto a las estanterías, dos jóvenes estaban demasiado cerca, en lo que parecía ser un momento íntimo.
—Eh, por favor, vengan por aquí —dijo apresuradamente la bibliotecaria, aclarando la garganta—. Lo siento. Sucede de vez en cuando.
Katherine apenas prestó atención. Sonrió levemente, con la mano apoyada en el brazo de Shawn. Ella también había sido joven.
Shawn, distraído por una llamada telefónica, hizo un gesto con la mano al terminar la llamada, sin molestarse en mirar.
Kalel, sin embargo, se sintió intrigado. Se quedó allí, mirando fijamente la escena. Y entonces, de repente, se dio cuenta de algo que le impactó como un rayo.
Sus ojos se abrieron de par en par, completamente sorprendido.
¿No era esa chica Aurora?
No se atrevió a llamar. En cambio, clavó la mirada en la nuca del hombre, conteniendo a duras penas su frustración.
—¡Kalel! ¿Qué estás haciendo? ¡Ven aquí!
Katherine lo agarró de la oreja y le dio un pellizco firme. —No es apropiado que mires. ¡Vamos!
—Pero eso es…
—¿Pero qué? ¿Quieres salir con alguien? ¡Ni se te ocurra!
¡Pero era Aurora!
Guiados por el personal de la embajada, Joelle y Adrian llegaron al centro de rehabilitación.
Mientras estaban frente a la puerta de la sala, Joelle tiró de la manga de uno de los miembros del personal, impidiendo que entraran.
—¿Qué pasa, Joelle? —preguntó Adrian, con preocupación en su voz.
Joelle respiró hondo y le dirigió una mirada nerviosa. —¿Cómo estoy? ¿Parezco feliz? Es la primera vez que vemos a Ryland después de tantos años. No debería parecer que estoy a punto de llorar o algo así.
La mirada de Adrian se suavizó con preocupación. Durante todo el viaje al centro, Joelle apenas había tocado la comida ni había pegado ojo, decidida a mantener la compostura cuando viera a su hijo.
En lugar de sucumbir a sus emociones, se mantuvo firme, demostrando no solo su fortaleza como mujer, sino también su resistencia como madre.
«Ryland se alegrará mucho de verte», le aseguró Adrian.
Joelle sonrió, se arregló rápidamente el rostro y esbozó una expresión alegre antes de asentir con determinación. Estaba lista.
Cuando la puerta se abrió con un chirrido, apareció una figura delgada: un joven de apenas dieciocho años.
Vestido con una bata de hospital holgada de color blanco y azul, Ryland parecía frágil. Sin embargo, incluso después de todos estos años, Joelle lo reconoció al instante.
.
.
.