Vuelve conmigo, amor mío - Capítulo 938
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Capítulo 938:
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«Está bien».
Antes de marcharse, Lucas le pidió a Aurora que le devolviera el collar que le había regalado.
«Aurora, te buscaré algo aún más especial. Creo que un regalo tan sincero debería venir algún día de tu futuro novio, no de un simple amigo como yo».
La mención de «novio futuro» hizo que Aurora se tensara visiblemente y acompañó a Lucas fuera de la habitación.
Cuando Lucas comenzó a bajar las escaleras, una mano le agarró repentinamente por la muñeca y lo empujó hacia un lado, metiéndolo en una habitación en penumbra.
«¿Qué le has dicho a Aurora?». Molly estaba allí de pie, en camisón, con el cuello ligeramente desabrochado, dejando al descubierto las delicadas líneas de sus clavículas a Lucas, que la superaba en altura.
Atrapado contra la puerta, Lucas se encontró torpemente tratando de apartar la mirada, sin saber dónde poner las manos.
—Nada —murmuró.
Molly se inclinó hacia él, entrecerrando los ojos con recelo—. Aurora tiene a alguien en su corazón. Tus esfuerzos son inútiles; ella solo te ve como un amigo.
La confusión se reflejó en el rostro de Lucas. Empujó suavemente la frente de Molly para crear algo de distancia. —De verdad, ves demasiadas telenovelas.
Molly lo miró fijamente, con los brazos cruzados, mostrando una madurez que contrastaba con su juventud. —¿Tenías novia cuando estabas en el extranjero?
Lucas frunció aún más el ceño. —Molly, deberías centrarte en tus estudios.
—No intentes parecer tan sabio. Tú también acabas de crecer.
—Pero yo soy adulto.
Molly se dio la vuelta, con expresión escéptica y frustrada, sin haber obtenido las respuestas que buscaba.
Al cabo de un momento, preguntó con una curiosa mezcla de orgullo y recelo: —¿La verdadera razón por la que estás soltero es porque estás enamorado de Aurora?
—¡Qué ridículo! ¿Cómo se te ocurre? Si vas a seguir bombardeándome con preguntas tan absurdas, mejor déjame en paz.
Esta vez, Lucas no pudo ocultar su irritación y salió furioso de la habitación de Molly con paso rápido.
Al marcharse, el collar se le cayó del bolsillo y cayó al suelo con un ruido metálico.
Molly se agachó para recogerlo y sus dedos rozaron el frío metal.
Reconoció el collar: era el que Lucas le había regalado a Aurora. ¿Se lo había pedido de vuelta al darse cuenta de que era una edición limitada de San Valentín?
Ahora sola, Molly se quedó en su habitación, con la confusión adolescente atrapada en su interior.
Se desplomó contra la puerta, con el pelo revuelto, la mirada baja y el corazón oprimido por emociones inexpresables. A la mañana siguiente, Molly fingió que las revelaciones de la noche anterior se habían desvanecido y bajó enérgicamente las escaleras para desayunar. Como de costumbre, Adrian y Joelle la instaron a actuar con más moderación.
Entre bocados de tostada, Molly replicó: «¿No es suficiente con una persona serena en la familia?».
Arqueó una ceja y miró a Lucas, que estaba concentrado en su comida en silencio.
Joelle y Adrian no se dieron cuenta del intercambio, distraídos por Aurora, que bajaba las escaleras estirándose y bostezando.
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