Vuelve conmigo, amor mío - Capítulo 932
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 932:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
«Estás cansado, ¿verdad?».
Dunn miró brevemente la botella. Solo era agua, nada especial. Todos tenían una. La aceptó, pero no bebió.
Lynda lo miró pensativa y añadió: «Sabes, la gente dice que la vida universitaria es más fácil, pero, sinceramente, a mí me parece más difícil que el SAT. ¿Qué opinas?».
Dunn no respondió. En lugar de eso, apagó el cigarrillo, aunque no se lo había terminado. «Voy a volver dentro».
Lynda sintió una familiar punzada de derrota, a la que se había acostumbrado con el tiempo. Aun así, le llamó: «Dunn, ¿has sabido algo de Dominic Moreno últimamente?».
Dunn se detuvo en seco. «¿Dominic Moreno?». Su aguda memoria no le fallaba: rara vez olvidaba un nombre. «No lo conozco».
«¿Ah, no?». La expresión de Lynda se nubló con un atisbo de decepción. «Qué pena. Desde que rompió conmigo, no he sabido nada de él. Pensé que quizá tú sabrías algo».
Dunn frunció ligeramente el ceño y se volvió hacia ella. «¿Rompió con ella?
Lynda lo miró a los ojos, con el corazón latiéndole con fuerza en el pecho.
«¿Dominic y tú estabais juntos en aquella época?», preguntó Dunn, ahora con un tono más serio.
Lynda esbozó una sonrisa forzada, aunque no le llegó a los ojos. —No puedes hablar en serio. ¿De verdad no lo sabías? El director casi nos pilla más de una vez.
—Lo siento, no te prestaba mucha atención en el instituto. Te llamas Lynda Baldwin, ¿verdad?
Lynda no respondió, su silencio cargado de frustración tácita.
—Lo siento.
Dunn se disculpó en voz baja y se marchó, dejando a Lynda sola, con la sonrisa congelada por el viento frío.
Agotado por la implacable carga de trabajo de la semana, Dunn solo había conseguido dormir diez horas en siete días.
Mientras arrastraba su cuerpo exhausto de vuelta al dormitorio, la costumbre de quedarse despierto hasta tarde había atenuado su necesidad de descansar, dejándolo sorprendentemente alerta a pesar del cansancio.
Después de ducharse, se sentó en el borde de la cama y abrió una cerveza en la penumbra, iluminada solo por la luz de la lámpara del escritorio.
Su teléfono reveló que Addie aún no se había disculpado. Parecía que sería necesario visitar a sus padres.
A las diez de la noche, Dunn se preguntó si Aurora estaría todavía despierta. Decidió enviarle un mensaje y escribió: «Pasado mañana salen los resultados de los exámenes. ¿Estás nerviosa?».
Aurora, que estaba cepillando el pelaje de Ginger, sintió una oleada de emoción al leer el mensaje.
A pesar de haber pasado una semana llena de actividades para distraerse, como montar a caballo y escalar, no podía reprimir el impulso de ponerse en contacto con Dunn.
El amor parecía llevarla al límite de sus emociones.
Tenía tantas cosas que compartir con él.
Redactó cuidadosamente su respuesta y le contestó: «¡Estoy muy nerviosa! Mi tía insiste en la tradición de comer galletas de la fortuna antes de los resultados, pero no encuentran en la ciudad. Ahora mi madre está pensando en comprarlas en otra ciudad. ¿Podría ser un mal presagio?».
Dunn respondió: «Con tus excelentes notas, no deberías necesitar esas supersticiones».
.
.
.