Vuelve conmigo, amor mío - Capítulo 928
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 928:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Aurora subió al segundo piso con un enérgico sprint, y su rostro se iluminó al verlo sentado.
—Lo siento. ¿Llevas mucho esperando? —preguntó, ligeramente sin aliento.Dunn la saludó con una sonrisa cortés. —Acabo de llegar.Mientras se deslizaba en la silla frente a él, Aurora metió la mano en el bolso y su expresión se volvió avergonzada. —Te debo una disculpa. No estaba prestando atención y mi gato rompió tu pañuelo.Dunn miró al felino regordete acurrucado en su bolso, profundamente dormido.Sus labios esbozaron una leve sonrisa burlona.—¿Y cómo piensas compensarme? —preguntó.Aurora sacó a Ginger por el cuello y le presentó el gato somnoliento a Dunn. —He traído al culpable. ¡Castiga a Ginger como mejor te parezca!
Dunn, siempre sereno, se reclinó ligeramente hacia atrás. —¿Ginger?
Qué nombre tan bonito. Bueno, prohibámosle las golosinas durante un mes».
Aurora asintió con entusiasmo. «¡Hecho!».
«Miau». Ginger soltó un maullido suave y lastimero, como si entendiera la conversación.
«No estás contenta, ¿verdad? Mírate, pareces una bola de pelo. ¡Vamos, pide perdón!».
Regañó a Ginger con severidad, como una madre, moviendo el dedo para dar énfasis.
Ginger, indiferente y sin impresionarse lo más mínimo, saltó ágilmente al suelo y empezó a dar vueltas alrededor de Dunn.
Dunn, que nunca había sentido especial interés por los animales, se sintió extrañamente atraído por esta pequeña bola de pelo.
Sin dudarlo, extendió la mano. Ginger respondió inmediatamente, acariciando con la cabeza redonda la palma de la mano de Dunn y ronroneando como un motor bien afinado.
Para Dunn, era una sensación extraña encontrarse por primera vez con un animal tan cariñoso. A pesar de no haberla visto nunca antes, sintió una extraña familiaridad con Ginger, como si fuera una vieja compañera de otra vida.
Mientras le acariciaba suavemente la cabeza, su mirada se desplazó hacia Aurora.
—Como compensación, ¿qué tal si cuido de Ginger durante unos días?
—¿Eh?
—Es broma.
Aurora dudó, mordiéndose el labio inferior. No era que no confiara en Dunn para cuidar de Ginger, sino que le preocupaba que Ginger se convirtiera en una molestia. Sabía lo exigente que era la agenda de Dunn y no quería añadirle más cargas.
Antes de que ninguno de los dos pudiera decir nada más, un camarero se acercó a su mesa, interrumpiendo el momento de tranquilidad.
—¿Están listos para pedir?
—Café solo —respondieron ambos al unísono.
—Entendido.
El camarero sonrió y se alejó, dejando a Aurora un poco nerviosa. Sus mejillas se sonrojaron ligeramente mientras miraba a Dunn, preguntándose si se había dado cuenta de su pequeño intento de alinearse con sus preferencias.
Apenas conocía a Dunn, una consecuencia natural de más de una década sin comunicación.
Y, sin embargo, sentía que lo conocía de una manera que trascendía el tiempo.
Sus pensamientos se remontaron a la escuela secundaria, a los lluviosos días de otoño en los que asistía a clases particulares en la casa de un profesor.
.
.
.