Vuelve conmigo, amor mío - Capítulo 927
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Capítulo 927:
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La mañana se disolvió en un torbellino de ropa, accesorios e indecisión. Juntas, lograron…
Decidir un conjunto para Aurora, sencillo pero elegante, que resaltaba a la perfección su personalidad pura y decidida.
Justo cuando estaba a punto de salir, Aurora recordó de repente el pañuelo que tenía que devolver a Dunn.
Corrió escaleras arriba para cogerlo, pero encontró el cajón abierto y su contenido en caos.
Allí, recostada inocentemente en el alféizar de la ventana, estaba Ginger, su traviesa gata. La pequeña alborotadora estaba jugando con el pañuelo con sus diminutas patitas, reduciéndolo a un amasijo de trapos.
«¡Ginger!».
Aurora gritó, arrebatándole el pañuelo destrozado.
Miró los hilos deshilachados, con la mente a mil por hora. ¿Qué iba a hacer ahora? ¿Cómo iba a devolvérselo a Dunn? Buscó frenéticamente por toda la casa un pañuelo que pudiera servir, pero no encontró ninguno que fuera igual.
Con la hora de la cita acercándose rápidamente, Aurora no tuvo más remedio que improvisar. Metió con cuidado a Ginger en su transportín y decidió llevarse al gato con ella como parte de su disculpa a Dunn.
Para no levantar sospechas entre sus padres, convenció a Lucas, que acababa de sacarse el carné de conducir, para que la llevara.
Molly insistió en acompañarla. Cuando llegaron a la entrada de la calle comercial, Aurora salió del coche con el transportín a cuestas.
Molly se inclinó hacia delante en su asiento, con los ojos brillantes y traviesos. «Lucas, sigámosla. ¡Quiero ver cómo es ese chico con el que se ha estado viendo Aurora!».
«Olvídalo. Si Aurora no quiere que lo sepamos, será por algo. No debemos entrometernos en su vida privada».
Lucas dio la vuelta y regresó por donde habían venido. Molly se volvió para mirar a Lucas con las cejas arqueadas. «Lucas, ¿te molesta ver a Aurora con otro chico?».
Lucas se sonrojó y se le pusieron las orejas de color rojo brillante. —¿Qué tonterías estás diciendo?
—¿Me equivoco? El collar que le regalaste a Aurora es de la colección especial de San Valentín, ¿no?
—¿Qué? —Lucas pisó el freno bruscamente y el coche se detuvo con una sacudida.
Molly, imperturbable, apoyó la barbilla en la palma de la mano y se quedó mirando por la ventana. —No te hagas el sorprendido. No me engañas.
Aurora puede ser el cerebro, pero yo soy la que tiene inteligencia emocional».
Lucas volvió a arrancar el coche. «No deberías estar pensando en estas cosas a tu edad. No lo olvides: tienes tres exámenes que terminar antes de que lleguen tus padres. Si no lo haces, no esperes que nadie te defienda».
Molly resopló, cruzando los brazos y recostándose en el asiento. Aún quería sonsacarle sus secretos, pero Lucas se mantuvo frustrantemente callado. Su puchero se hizo más profundo. Odiaba no poder ganar.Dunn, siempre caballeroso y con sus modales impecables, nunca dejaría esperar a una mujer.
Aurora corrió hacia la cafetería, con una bolsa colgada al hombro y el pelo brillando al sol mientras la brisa jugaba con él. Arriba, Dunn estaba sentado junto a la ventana, bebiendo su café.
La vista que se le presentó le hizo detenerse un instante.
Antes de que ella llegara, hizo un gesto al camarero para que retirara su taza, asegurándose de que todo estuviera en su sitio.
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