Vuelve conmigo, amor mío - Capítulo 925
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Capítulo 925:
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Rickey, aún furioso, replicó: «¿Es el novio de Addie? ¿Es otro de sus juegos manipuladores? Te prometo que pagará por esto».
«Por favor, déjalo estar. Soy perfectamente capaz de manejar esta situación. Concéntrate en tus estudios en el extranjero».
Rickey quería argumentar que la distancia no disminuía su capacidad para protegerla. Sin embargo, se contuvo, recordando que su partida era en parte para ayudarla a fomentar su relación con Dunn.
«Está bien. Pero escucha, si pasa algo más, no te lo guardes. Dímelo, ¿vale?».
Aurora asintió, aunque él no podía verla. —Lo haré, lo prometo.
En cuanto terminó la llamada, Rickey no perdió tiempo en ponerse en contacto con Dunn.
—Dunn, hay problemas con Aurora.
—Ya lo sé.
La sorpresa de Rickey era palpable. Era la primera vez que se enteraba de las noticias sobre Aurora después que Dunn.
Se dio una palmada en la frente al darse cuenta. —Ah, claro, ayer te mencioné la reunión de su clase.
Dunn permaneció en silencio al otro lado del teléfono. Era temprano por la mañana y estaba corriendo en la cinta.
La conversación continuó a través del altavoz, con la voz de Rickey sonando con claridad.
—Addie está detrás de todo este lío. Asegúrate de que no se salga con la suya.
Mientras Dunn ajustaba el ritmo de la cinta para caminar más rápido, preguntó: «¿Es ella la que te ha dicho que sigue causándole problemas a Aurora?».
Una punzada de incomodidad apretó el pecho de Rickey.
Sentía como si Dunn le estuviera quitando poco a poco algo que le pertenecía.
Lo que antes le parecía natural, compartir todo sobre Aurora con Dunn, ahora le resultaba insoportable.
«Sí, es ella. ¿Qué vas a hacer?».
Dunn se colocó la toalla alrededor del cuello, con los bordes húmedos por el sudor. Cogió la botella de agua, la inclinó hacia atrás y dio un largo trago antes de hablar.
«Le he dado veinticuatro horas a Addie. Si no se disculpa, iré a ver a sus padres».
Rickey arqueó una ceja, con la comisura de los labios temblando de incredulidad. —¿Ir a ver a sus padres? Eso es demasiado lío. ¿Por qué no buscas a alguien que le dé una paliza?
La mirada de Dunn se agudizó y su tono se volvió firme. —¿Y luego qué? ¿Le pegamos hasta que aprenda?
Rickey se burló, recostándose. —Al menos me haría sentir mejor.
Dunn no respondió nada. Su educación le había enseñado a respetar a los demás cuando tenían opiniones diferentes. Pero, en realidad, no quería perder el tiempo con cosas sin sentido.
«Yo me encargo. Por cierto, ¿cómo te va en el extranjero? ¿Te estás adaptando bien?
«Bastante bien».
«Me alegro».
Rickey sintió que Dunn quería asegurarse de que había seguido adelante, lo suficientemente lejos como para no volver a entrometerse en la vida de Aurora.
«Tengo clase. Adiós», dijo simplemente.
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