Vuelve conmigo, amor mío - Capítulo 907
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Capítulo 907:
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La culpa de Dunn hacia Aurora era tan profunda que lo consumía.
Fue esta culpa la que lo llevó a pedirle a Rickey que se quedara al lado de Aurora, para protegerla.
Lo que no había previsto era que Rickey se enamoraría de Aurora a medida que crecieran.
Dunn tragó saliva con dificultad, su culpa pesaba más con cada momento que pasaba.
—Rickey, si tú…
Rickey le interrumpió antes de que pudiera terminar. —¡No te atrevas a compadecerte de mí! ¡Deberíais estar juntos! ¡Para siempre!
Dunn vaciló, su voz tranquila. —La veo más como una hermana.
«Deja de engañarte a ti mismo, ¿vale?». El tono de Rickey era inusualmente serio, su mirada inquebrantable. «Dunn, si no te gusta, ¿por qué te ocupas de todo por ella? ¿Por qué no has tenido novia en todo este tiempo? Además de Aurora, ¿hay alguna otra mujer en tu vida? Básicamente la tratas como a tu futura esposa, y aun así afirmas que no te gusta».
Dunn se quedó inmóvil, con una expresión indescifrable, pero su silencio lo decía todo. Siempre había insistido en que solo era afecto fraternal, pero Rickey había visto a hermanos de verdad.
¿De verdad necesitaba Dunn llegar tan lejos por Aurora?
Rickey agarró a Dunn por el cuello, con voz aguda e inquebrantable. —¡Despierta! ¡Basta de esta mierda de tratarla como a una hermana, o se acabó lo de ser amigos!
Dunn permaneció completamente inmóvil, con una expresión tranquila e inescrutable, como si el arrebato de Rickey ni siquiera le hubiera afectado.
Rickey apretó su agarre mientras miraba fijamente a los ojos hundidos de Dunn. No había odio en su mirada, solo una necesidad desesperada de claridad, por el bien de Aurora.
Durante años, Rickey había sido quien la protegía, quien estaba a su lado en defensa de Dunn.
Pero a partir de ahora, la responsabilidad de protegerla ya no era suya, sino de Dunn.
La mano de Dunn se aferró a la de Rickey, sintiendo la tensión que recorría sus venas. Su tono se mantuvo firme, pero algo cambió en su expresión.
«Lo entiendo». En ese momento, la claridad lo inundó, aunque su exterior tranquilo enmascaraba la tormenta de emociones que se agitaba en su interior. «Gracias por velar por ella todos estos años».
Rickey se burló y soltó su agarre. —Me alegro de que lo entiendas. Se dio la vuelta y se alejó a grandes zancadas sin mirar atrás.
Cuando llegó a la esquina, confirmando que estaba solo, se detuvo. Su pecho se agitó mientras luchaba contra la oleada de emociones que amenazaban con consumirlo. Apretó el puño y lo clavó en la pared.
En cuanto Aurora salió de la sala de examen, oteó a la multitud en busca de Rickey. Mientras bajaba las escaleras a toda prisa, pisó accidentalmente el zapato de alguien, dejando una leve mancha de suciedad.
«¡Lo siento!», se disculpó Aurora inmediatamente.
La persona soltó un grito agudo. «¿No puedes mirar por dónde vas? ¡Son nuevos! ¡Mi padre me los acaba de comprar!». Aurora levantó la vista y reconoció a su eterna rival, Addie Lewis.
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