Vuelve conmigo, amor mío - Capítulo 905
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Capítulo 905:
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En el verano de su último año, las inminentes despedidas habían ensombrecido su vínculo, normalmente alegre.
Rickey seguía con su energía despreocupada, pero Aurora no estaba tan alegre como antes.
«Rickey, gracias por protegerme siempre estos últimos años. Incluso cuando vaya a la universidad, no te olvidaré».
—Espera un momento —la interrumpió Rickey—. Por lo que dices, ¿estás planeando separarte de mí?
Aurora replicó: —¿Qué otra cosa puedo hacer? Con tus notas, ¿a qué universidad podrías siquiera entrar?
—Iré a la universidad a la que vayas tú.
Aurora dejó escapar un suspiro resignado. —¿Sigues intentando mover hilos? ¿De verdad crees que las conexiones pueden hacerte entrar en la universidad?
—¿Por qué no? —dijo Rickey, con voz llena de orgullo—. Aurora, estás atada a mí de por vida. No hay forma de escapar.
En el fondo, Aurora sintió una cálida sensación. La idea de tener a Rickey a su lado en un entorno completamente nuevo hizo que la idea de irse de casa fuera un poco menos desalentadora.
Aunque nunca lo admitiría, se había acostumbrado a su constante presencia en su vida.
Rickey se sentó en el banco junto a ella, con la mirada vagando perezosamente sobre la bulliciosa multitud.
—Así que, Aurora, todavía no me has dicho a qué universidad vas a solicitar el ingreso.
Aurora vaciló un momento y luego se encogió de hombros. —Es un secreto.
Rickey se burló. —Ya lo sé, aunque no me lo digas.
Aurora se volvió para mirarlo, con las cejas fruncidas por la curiosidad. Por un momento fugaz, captó algo en sus ojos: una emoción que parecía más profunda, más complicada que su actitud despreocupada habitual.
Lo descartó, asumiendo que solo estaba tratando de actuar con calma.
Después de todo, no importa cuán cercanos fueran, Rickey no podía saber todo sobre ella.
Había partes de sí misma que nunca había compartido con nadie.
La campana sonó con fuerza, su tañido atravesó el ruido y señaló que era hora de que los examinados se dirigieran a las salas asignadas.
Aurora le hizo un pequeño gesto con la mano. «Nos vemos después del examen».
«Vale», respondió Rickey, con las manos casualmente metidas en los bolsillos mientras se alejaba a su propio ritmo sin prisas, ignorando a los voluntarios que intentaban apresurarlo. «Buena suerte».
Aurora se detuvo en medio de su paso, una ligera sonrisa curvando sus labios. «Después de todos estos años, por fin has dicho algo agradable».
Rickey no respondió de inmediato, sus manos se cerraron en puños. Después de una breve vacilación, sacó su mano derecha, se acercó y le dio una palmadita en la cabeza a Aurora.
«Aunque siempre te llamo tonta, sé que entrarás en la universidad que quieres», dijo, con un tono que era una mezcla de ánimo y afecto.
Aurora puso los ojos en blanco juguetonamente y le dio un ligero puñetazo en el pecho. «¿Estás actuando como si estuviéramos en una telenovela? ¡Me voy! ¡Adiós!».
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