Vuelve conmigo, amor mío - Capítulo 1131
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Capítulo 1131:
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Michael, que lo había oído, no pudo resistirse a intervenir. «¿En serio, Bobby? Menuda afirmación».
Dulce se limitó a negar con la cabeza y sonrió en silencio ante el comentario de Michael. El bullicio en la parte de atrás era tan fuerte que casi ahogaba el llanto silencioso de Joelle y Adrian en la parte delantera. «Nuestra pequeña se va a casar de verdad».
«Lo sé», respondió Adrian, cubriéndose los ojos mientras lloraba. «Aurora ya se ha casado y pronto Molly también nos dejará».
Joelle le acarició el brazo para tranquilizarlo. —Los niños crecen y siguen su propio camino, pero recuerda que yo estaré aquí contigo, siempre y para siempre.
Adrian, abrumado por la emoción, no encontró palabras. En su lugar, apretó la mano de Joelle con fuerza, afirmando en silencio la solidez de su vínculo eterno.
Juntos, reflexionaron sobre una vida compartida llena de amor, agradecidos por el viaje y los momentos que aún les quedaban por vivir.
Fin.
La madre de Sariah ejercía una considerable influencia en la industria del entretenimiento, con el poder de cambiar el rumbo de carreras con un simple susurro. Desde muy pequeña, Sariah había comprendido la fascinación del mundo por la belleza: jardines exuberantes, cielos azules, hombres atractivos y mujeres elegantes.
Una soleada tarde de su último año de instituto, mientras se encontraba inmersa en la preparación de los exámenes de acceso a la universidad, sucumbió al cansancio. Sus pensamientos se desviaron mientras la luz del sol la bañaba.
Después de cuatro exámenes de práctica, el agotamiento se apoderó de ella y se dispuso a echar una siesta más cómoda.
—Hola
—Kalel se dejó caer a su lado, sin fijar la mirada en el paisaje que se veía por la ventana, como ella, sino en ella.
Sobresaltada, Sariah se despertó y encontró un trozo de papel pegado a su cara. Lo despegó, desconcertada. —¿Qué te trae por aquí?
—¿Aún estás aturdida? ¿No eras tú la que quería los apuntes del que sacó la mejor nota en el SAT el año pasado?
—Así es —respondió ella, parpadeando para quitarse el sueño—. ¿Los tienes?
Kalel hizo una pausa, con una sonrisa burlona en los labios. —Tengo tanto la copia como el original. Cada uno tiene un precio diferente. ¿Cuál necesitas?
—Kalel, ¿cuándo te has vuelto tan capitalista?
Él se rió entre dientes y le revolvió el pelo con un gesto paternal. —Vamos, los negocios son los negocios, seamos familia o no. ¿Cuál vas a elegir?
—El original, obviamente.
Kalel sacó con destreza los apuntes que le había conseguido al mejor estudiante de la promoción por 50 000 dólares. —Te hago un descuento de amigo: solo 800 dólares.
—¿En serio? ¿Eso es todo? —preguntó Sariah sorprendida.
—Es un buen amigo, así que me hizo un descuento.
Al ver semejante ganga, Sariah le entregó rápidamente el dinero.
—Avísame si necesitas más ayuda en el futuro —le ofreció él.
—Claro. —Mientras Sariah comenzaba a revisar los apuntes, se dio cuenta de que Kalel seguía allí—. ¿No te vas? ¿No te están preparando tus padres para que te hagas cargo del negocio? ¿Cómo encuentras tiempo para vender apuntes? Creía que lo habías dejado después de la secundaria.
Kalel se rió entre dientes. «¡En los negocios no hay dinero pequeño! Solo porque gane 300 000 dólares al día no significa que vaya a ignorar tus 800 dólares».
Sariah siempre lo había considerado un tacaño, por mucho que intentara parecer simpático.
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