Vuelve conmigo, amor mío - Capítulo 1115
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1115:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Y lo peor de todo era que se dio cuenta de que, hacía unos instantes, otra chica había estado tan cerca de él. Solo pensar en ello hizo que la envidia se apoderara de ella.
Decidida, empujó contra él, pero cuanto más luchaba, menos se movía él.
La mirada de Lucas se oscureció. Por primera vez, ella sintió miedo y tensión, el tipo de presión que ejerce un hombre.
En ese momento, él ya no era solo un amigo de la infancia para ella, ya no era solo el chico con el que había crecido. Era un hombre.
—¡Suéltame! —exigió ella.
—No hasta que me digas por qué estás enfadada.
El rostro de Molly ardía de frustración, sus emociones libraban una guerra en su interior.
—¡No estoy enfadada! —Lucas ladeó la cabeza y la miró fijamente—. Entonces, ¿te alegra que esté con otra persona?
—Yo… —Estuvo a punto de soltar lo que realmente sentía, pero en el último momento cambió de opinión—. Por supuesto que me alegro. ¿Por qué no iba a hacerlo?
Una sonrisa burlona se dibujó en los labios de Lucas. —Mentirosa. Estás celosa.
El pulso de Molly se aceleró. Sus pensamientos, antes un lío enredado, ahora se desmoronaban en puro pánico. —¡No lo estoy! Ni siquiera me gustas, ¿por qué iba a estar celosa?
Lucas no dudó. —Pero tú me gustas. Me gusta verte celosa por mí.
Molly se quedó sin aliento. Abrió mucho los ojos y, por un momento, el mundo se inclinó. —¿Qué acabas de decir?
Lucas la soltó, con expresión imperturbable. —Me gustas. ¿Es tan difícil de entender?
Molly se quedó paralizada, con el corazón latiéndole con fuerza contra el pecho. No podía creerlo. Se negaba a creerlo. Tenía que ser alguna broma. ¿Cómo podía decir que le gustaba después de dejar que otra chica lo besara?
Su voz temblaba. —¿Estás bromeando?
Lucas soltó una pequeña risa sin humor. —Si tú no lo admites, lo haré yo. Me gustas, Molly Miller. Me has gustado desde que éramos niños. Suena ridículo, ¿verdad?».
«¡Estás diciendo tonterías!».
Molly se agarró la cabeza, como si intentara bloquear sus palabras. No sabía si taparse los oídos o la boca.
Sin decir nada, Lucas la tomó de la mano y la llevó a su habitación. Cogió un cuadro amarillento y gastado y lo desplegó ante ella.
—¿Quiénes son los de este cuadro? —preguntó ella.
—Eres tú.
—¡No! —Molly frunció el ceño—. ¡Es Aurora, claramente!
—Lo pinté yo mismo. ¿Acaso no sé a quién pinté? Quería capturar el vestido que llevabas ese día, pero no tenía el color adecuado, así que utilicé el de Aurora. Pero mientras pintaba, mis ojos nunca se apartaron de ti.
Molly se sintió como si hubiera entrado en un sueño. El recuerdo de aquella cálida tarde afloró: la luz dorada que brillaba sobre la superficie del lago, el olor de la pintura fresca mezclándose con el aire.
Se le hizo un nudo en la garganta. Le picaban los ojos. «Entonces, ¿por qué nunca me lo dijiste?».
Lucas cogió un pañuelo y le secó las lágrimas con delicadeza. «Te lo dije. Te lo dije muchas veces. Pero nunca me creíste. Eres terca, Molly. Te obsesionas tanto con tus propios pensamientos que te niegas a escuchar los míos».
.
.
.