Vuelve conmigo, amor mío - Capítulo 1113
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Capítulo 1113:
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Ambas familias tenían antecedentes médicos, por lo que la conversación fluyó con facilidad.
Lucas no solía ser muy hablador, pero cuando la chica empezó a hablar de su especialidad, la conversación cobró impulso y los temas se sucedieron uno tras otro. Molly se sentó en silencio, picando de su plato. Pero con cada minuto que pasaba, su deseo de escapar crecía.
Cuando la conversación alcanzó su punto álgido, se inclinó y le susurró a Allie: «Necesito ir al baño».
«¿Quieres que te acompañe?», le ofreció Allie.
«No, estoy bien», dijo Molly, esbozando una leve sonrisa antes de levantarse.
Los ojos de Lucas la siguieron por un momento, pero antes de que pudiera detenerse demasiado, la chica lo volvió a meter en la conversación sobre medicina. Molly se alejó, agradecida por ese momento de espacio.
En realidad, había anticipado este día, el momento en que Lucas encontraría a otra persona y se labraría su propia vida.
Después de todo, los amigos de la infancia, por muy cercanos que hayan sido, se van distanciando con el tiempo.
Molly se apoyó contra la pared y exhaló profundamente. Se quedaría allí un rato más antes de volver, con la esperanza de que sus emociones se calmaran.
«Lucas, ¿qué opinas de mí?». En ese momento, una voz cortó el aire.
Incapaz de resistirse, Molly se asomó por la esquina. Allí estaba ella, la chica, sola con Lucas.
Cuando sus padres estaban cerca, la chica se mostraba reservada, casi tímida. Pero sin ellos, no dudó en preguntarle a Lucas qué sentía por ella.
Molly no pudo evitar admirar la audacia de la chica.
Lucas no respondió de inmediato, y Molly sintió un nudo en el pecho ante la tensión silenciosa que llenaba el espacio entre ellos.
Entonces, sin previo aviso, la chica se acercó de puntillas y le dio un beso breve y suave en los labios a Lucas. Fue rápido y ligero.
La mente de Molly se paralizó. Rápidamente dio un paso atrás, pero la imagen de ese beso permaneció en su mente, repitiéndose una y otra vez. Sabía que no podría olvidarlo en mucho tiempo.
No sabía cuánto tiempo había pasado, pero cuando finalmente regresó, Lucas y la chica estaban sentados allí, como si nada hubiera pasado.
Molly sintió un nudo en el estómago y una sensación de inquietud en el pecho. —Lo siento, chicos —dijo en voz baja—. Estoy un poco cansada. Creo que me voy a casa.
Allie se levantó. —¿Quieres que te acompañe?
—No, gracias —dijo Molly con alegría forzada, tratando de ocultar la tormenta que se avecinaba en su interior—. Estaré bien sola.
Rechazó educadamente sus ofertas y salió sola del restaurante. Cuando se marchó, hacía sol, pero de camino a casa empezó a llover a cántaros.
Molly entró en la casa vacía y de repente se dio cuenta de algo: aquel no era realmente su hogar.
Mientras los truenos retumbaban y los relámpagos iluminaban el cielo, comenzó a hacer la maleta en silencio.
Había esperado que visitar a Lucas le trajera felicidad, pero no había sido así. Había llegado a la dolorosa conclusión de que era hora de dar un paso atrás, de dejarlo a él con su futuro y volver a su propia vida.
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