Vuelve conmigo, amor mío - Capítulo 1105
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Capítulo 1105:
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Sin mirarlo, pasó junto a él y se dirigió hacia la obra.
La ambulancia ya se había llevado a Ryland. Al llegar al hospital, encontró a Joelle, Adrian, Katherine y Shawn, todos los nombres poderosos que había oído en su vida, reunidos fuera del quirófano. El pánico la impulsó hacia adelante, con los pulmones ardiendo. —¡Ryland! ¿Cómo está? ¡Por favor, díganme!
Joelle estaba inmóvil, anormalmente callada.
La voz de Katherine denotaba derrota. «Sigue en cirugía. Los médicos han dado una advertencia crítica, estamos esperando».
«¿Cómo ha podido empeorar tanto?». Las fuerzas abandonaron las piernas de Amanda, que amenazaban con ceder. «¡Nasir ha sido! ¡Él es el responsable!».
Shawn frunció el ceño. «¿Quién es Nasir?».
Los sollozos sacudían el cuerpo de Amanda mientras las disculpas salían de sus labios, dirigidas a Joelle a través de palabras entrecortadas y sin sentido.
«Lo siento, ¡lo siento mucho! ¡Yo lo arrastré a esta pesadilla! ¡Nunca debí haber estado con él! ¡Todo es culpa mía!».
El silencio envolvió a Joelle, su mundo se silenció a su alrededor. Paralizada por el dolor, permaneció inmóvil hasta que Adrian le tomó la mano y sintió el hielo bajo sus dedos.
Pasaron interminables momentos antes de que su voz emergiera, suave y ajena a la realidad. —¿Quién es Nasir?
Nuevas oleadas de dolor invadieron a Amanda mientras balbuceaba: —Es mi exnovio. Desde que decidí estar con Ryland, Nasir le ha guardado un rencor ardiente.
Las palabras de Joelle cortaron como el acero. «Si Nasir es quien ha infligido estas heridas a Ryland, me aseguraré de que lo pague caro».
Amanda sollozaba mientras luchaba por recuperar la compostura. «Lo siento. Todo es culpa mía».
Joelle finalmente perdió la compostura, lo que llevó a Adrian a recogerla en sus brazos.
Los temblores recorrieron su cuerpo y, justo antes de que el dique se rompiera, apretó los ojos contra las lágrimas amenazantes. —Señorita Duffy, por favor, váyase. No quiero volver a verla.
Las palabras se atascaron en la garganta de Amanda mientras escaneaba los rostros que la rodeaban, sin encontrar una sola mirada acogedora entre ellos.
Por supuesto, nunca había esperado que la acogieran con los brazos abiertos.
Su mirada se posó en la puerta del quirófano.
En esos fugaces segundos, los recuerdos se agolparon en su mente: fragmentos preciosos de su vida con Ryland.
Ryland llevándola a puestos callejeros de comida, sorprendiéndola con sus aperitivos favoritos, sus paseos sin rumbo por las calles de la ciudad, las acogedoras tardes perdidas viendo series de televisión…
Esos momentos tan sencillos y cotidianos representaban todo lo que Ryland, a pesar de su juventud, podía ofrecerle.
El peso de su sincera sinceridad le oprimía el corazón, una deuda que nunca podría pagar.
Mucho antes de que Ryland entrara en su vida, ella ya cargaba con un peso demasiado grande como para abandonarlo: el bienestar de su padre y su futuro incierto.
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