Vuelve conmigo, amor mío - Capítulo 1084
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Capítulo 1084:
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El silencio se extendió entre ellos.
Dunn exhaló lentamente, con el peso en el pecho presionando más fuerte que el día en que le pidió a Rickey que cuidara de Aurora en su ausencia.
Si hubiera sabido que esa petición los llevaría hasta allí, a ese lugar enredado donde el pasado y el presente se difuminaban, quizá habría tomado una decisión diferente.
—Aurora, dale las gracias de mi parte. Por cuidar de ti cuando yo no estaba.
Y en el momento en que esas palabras salieron de sus labios, lo sintió: esa lenta y progresiva sensación de perderla.
El pasado era algo que nunca podría reescribir. Y era precisamente ese pasado el que le daba a Rickey su inquebrantable confianza.
«Dunn, hay una cosa que sé con certeza: te quiero». Aurora abrió la ventana y dejó que el aire fresco de la noche acariciara su piel mientras contemplaba el mar de estrellas. «Así que no le des más vueltas. Solo espera a que vuelva, ¿vale?».
Antes de que Dunn pudiera responder, la atención de Aurora se centró en una chica de aspecto tímido que merodeaba fuera de la casa, con la mirada nerviosa.
Su mirada se fijó en la habitación de Rickey. Al cabo de un rato, sus ojos se encontraron y la chica se sobresaltó, como si hubiera cometido un error, y se dio la vuelta para marcharse.
—Aurora, ahora lo entiendo. Estaba pensando demasiado. Lo siento.
La voz de Dunn tenía un tono de culpa. Aurora no se detuvo en la chica; tenía asuntos más urgentes que atender.
—No pasa nada.
—Esperaré a que vuelvas —dijo él.
—De acuerdo.
Aurora llevaba ya cuatro días allí, pero el estado de Rickey seguía sin cambiar. Cada vez que el médico visitaba, ella se quedaba en silencio junto al padre de Rickey, escuchando con atención.
El médico aconsejó trasladar a Rickey a un hospital para que recibiera la atención adecuada, pero al mencionar la palabra «hospital», Rickey se tensó, todo su cuerpo se puso rígido, como si se preparara para un golpe invisible.
El padre de Rickey suspiró, con la voz cargada por años de dolor. —Su madre falleció en un hospital. Desde entonces, no ha podido volver a pisar uno.
Aurora conocía a Rickey desde hacía años, por supuesto que lo sabía.
Después de que el médico se marchara, el padre de Rickey se volvió hacia su hijo y soltó otro suspiro, lleno de resignación. Sabía lo terco que podía ser Rickey.
Con una silenciosa esperanza, se volvió hacia Aurora. —Aurora, ¿podrías intentar hablar con él?
Aurora no quería aumentar su preocupación. —Lo haré lo mejor que pueda.
—De acuerdo. Voy a cocinar. Vosotros hablad.
Cuando el padre de Rickey salió, Aurora sirvió un vaso de agua y, con tono paciente, intentó razonar con él.
—Tu padre está muy preocupado. Si no lo haces por ti, al menos hazlo por él. Si te pasara algo, se derrumbaría.
Le ofreció el vaso, pero en lugar de cogerlo, Rickey le agarró la muñeca con fuerza, a pesar de su estado de debilidad.
—No te vayas. Si te quedas, iré al hospital.
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