Vuelve conmigo, amor mío - Capítulo 1083
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos dos veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1083:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
—Papá, he soñado con Aurora…
En ese momento, su padre entró en la habitación. —Qué tonto. Aurora está aquí de verdad. Las palabras hicieron temblar el maltrecho cuerpo de Rickey.
Luchó por abrir más los ojos, pero el mundo que tenía ante él seguía siendo una mancha borrosa. Solo podía distinguir una sombra, una presencia más palpable que visible.
«¿Aurora?», susurró.
Su voz, firme como un ancla en medio de una tormenta, le llegó. «Estoy aquí».
«Has venido a verme…». Su voz temblaba, teñida de incredulidad. «¡De verdad has venido!».
«¡Rickey, cálmate!», le instó su padre, con tono preocupado. «Tienes más huesos rotos de los que puedo contar, ¡necesitas descansar!».
Pero Rickey no la escuchaba. El miedo se apoderó de él, susurrándole que Aurora no era más que un sueño fugaz, un espejismo conjurado por su mente febril. Extendió la mano a ciegas, desesperado. «¡No te vayas, Aurora! ¡Por favor, no te vayas!».
«No me voy». Sus palabras eran una promesa tranquila, pronunciada para tranquilizarlo.
Temblando, Rickey le agarró la mano. Sus dedos, fríos y frágiles, se cerraron alrededor de los de ella con silenciosa determinación. En ese momento, juró que nunca volvería a soltar esa mano. Ni siquiera a costa de su propia vida.
Había sido un tonto. Había creído que podía mantener sus emociones bajo llave, pero no podía estar más equivocado. Sin ella, era como un caparazón vacío.
Y ahora, allí estaba ella. Lo había dejado todo para estar a su lado. Aún se preocupaba por él.
El destino había entreabierto una puerta y él no tenía intención de dejarla cerrar de nuevo.
—Está bien —dijo su padre, acercándose y separando sus manos—. Aurora, has viajado mucho, debes de estar agotada. Descansa un poco. Rickey también lo necesita.
Ya le había preparado una habitación, justo al lado de la de Rickey. Adrian y Joelle se quedaron con el padre de Rickey, preguntándole por su estado y recordándole que cuidara también de Aurora.
Esa noche, por primera vez desde el accidente, Rickey se rindió al sueño, sin miedo ya a que ella desapareciera mientras él no la veía. Aurora se sentó junto a la ventana y llamó a Dunn.
«Rickey no está bien. Demasias fracturas. Está entrando y saliendo del delirio…».
La mente de Dunn saltó a una conclusión: Aurora se quedaría más tiempo del que había planeado.
Pero luego pensó que quizá estaba siendo demasiado posesivo. Rickey estaba gravemente herido, era natural que ella quisiera estar allí para él. «¿Hay algo que pueda hacer para ayudar?», preguntó, forzando su voz para que se mantuviera firme.
Aurora contuvo un bostezo. —Por ahora no. Pero me quedaré hasta que esté un poco mejor. Hay cosas que tengo que decirle. Dunn sabía que no debía insistir.
Como novio de Aurora, debía confiar en ella, creer que podía manejar esa complicada situación por sí misma.
Pero la pregunta se le escapó antes de que pudiera evitarlo.
—Aurora, Rickey y tú se conocen desde hace mucho tiempo, ¿verdad?
—Sí.
—Dudó y luego continuó—. Molly me dijo una vez que él siempre había sido bueno contigo. Tan bueno, de hecho, que ella pensaba que sentía algo por ti.
Aurora no lo negó. En cambio, habló con tranquila certeza. «Dunn, Rickey ha sido un pilar en mi vida. Sin él, no me habría convertido en la persona que soy. Cuando me acosaban en el colegio, él era quien me defendía. Nunca me dejó luchar sola».
.
.
.