Vuelve conmigo, amor mío - Capítulo 1080
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Capítulo 1080:
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«¡Deja de decir tonterías! ¡Mantente despierto, ¿me oyes?».
Pero las palabras de Rickey volvieron, sin cambiar. «Me estoy muriendo. ¿Vendrás a verme?».
«¡No te estás muriendo! ¡No te atrevas a rendirte!».
«¿Vendrás a verme?». Su voz era débil, pero firme.
Aurora se mordió las uñas con fuerza mientras el corazón le latía con fuerza contra el pecho. Estaba a solo unos pasos de la entrada del restaurante cuando Dunn apareció, buscándola.
«Lo siento, Dunn». Aurora lo miró a los ojos, con una mirada anormalmente firme. «Rickey, voy a reservar un vuelo ahora mismo. ¡Quédate con vida hasta que llegue!».
La conciencia de Rickey se desvaneció mientras el mundo se tambaleaba a su alrededor.
El teléfono se le cayó de las manos.
Dunn llegó a su lado y se fijó inmediatamente en su rostro pálido. —¿Qué ha pasado?
Aurora intentó explicarle la situación a Dunn con la mayor brevedad posible.
—Lo siento mucho, Dunn. Rickey ha tenido un accidente de coche en el extranjero. Es grave, está en estado crítico. Tengo que ir a verlo.
Dunn frunció el ceño. —¿Rickey?
—Sí. Es un amigo de la infancia, alguien a quien conozco desde hace años.
Dunn no dudó ni un segundo. —Iré contigo.
—No —Aurora negó con la cabeza—. Tus padres y los míos están dentro, esperando. Esta cena es importante. Hemos dedicado mucho tiempo a intentar arreglar las cosas entre ellos. Si nos vamos ahora, todo lo que hemos conseguido podría echarse a perder.
Necesitaba que él se quedara, que se mantuviera firme, mientras ella se enfrentaba a lo que fuera que le esperaba.
La cena había sido cuidadosamente organizada, cada detalle planeado, cada asiento ocupado. Marcharse sería un insulto que no podían permitirse.
Dunn asimiló sus palabras y la comprensión se reflejó en sus ojos. Tras un breve silencio, asintió. —Haré que mi chófer te lleve al aeropuerto. Yo me encargaré de tu vuelo, no te preocupes por nada.
El alivio suavizó la tensión del rostro de Aurora. —Gracias.
Dunn abrió la puerta del coche y se detuvo un instante con los dedos en la manilla. Aurora se deslizó dentro, con la mente ya a kilómetros de distancia.
—Llámame en cuanto sepas algo. Tu amigo también es amigo mío. No tienes por qué soportar esto sola —dijo él.
Aurora tragó saliva con dificultad, esforzándose por mantener la compostura, aunque el miedo la devoraba por dentro.
Le aterrorizaba la idea de llegar demasiado tarde y encontrar a Rickey muerto.
Pero las palabras de Dunn eran un salvavidas que la anclaban a la esperanza.
Rickey era duro. Había salido ileso de accidentes de moto muy graves. Un accidente de coche no le arrebataría la vida.
Se suponía que iban a envejecer juntos como mejores amigos.
—De acuerdo. Dejo a nuestros padres en tus manos —dijo—. Entendido.
Dunn se quedó junto a la acera, mirando el coche hasta que desapareció en la noche. Luego, armándose de valor, se dio la vuelta y volvió al restaurante.
No veía razón para mantenerlo en secreto. En cuanto llegó junto a sus padres, les contó la verdad.
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