Vuelve conmigo, amor mío - Capítulo 1076
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Capítulo 1076:
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«Tranquila, cariño». Fannie se acercó con su sonrisa radiante de calidez. «Bobby y yo también estamos de tu lado. Michael, Dulce… estamos unidos en esto. Y déjame decirte que si Dunn se atreve a romperte el corazón, tendrá que enfrentarse a un pequeño ejército».
Aurora se sintió divertida y conmovida por su feroz actitud protectora.
Las manos de Katherine se unieron con una inspiración repentina. «¿Por qué dar vueltas al tema? Empecemos a presionar a Joelle para que fije una fecha. ¡Es hora de organizar esta boda!».
—¡No, no, no! ¡Por favor, no!
Aurora apenas logró frenar el entusiasmo excesivo de Katherine. Después de elegir el regalo, se apresuró a regresar al campus, pero sus planes se vieron rápidamente interrumpidos: Lynda la llamó de nuevo. Las dos se encontraron en un restaurante elegante cerca de la universidad. Cuando Aurora se sentó, levantó una ceja. —Lynda, ¿por qué no nos hemos reunido en el campus?
«Estoy harta de la comida de la cafetería. Además, me acaban de dar la beca y ¿qué mejor manera de celebrarlo que invitándote a algo especial?».
Aurora sonrió mientras hojeaba el menú. «Bueno, si insistes, ¿quién soy yo para negarme? ¡Vamos a darte un festín!».
Una vez que hicieron el pedido, la expresión de Lynda se volvió seria.
«Aurora, me voy a marchar pronto».
La mano de Aurora se quedó suspendida en el aire. —¿Qué? ¿Por qué?
—Me han aceptado en un proyecto de investigación confidencial. No podré volver en bastante tiempo.
Una punzada de tristeza apretó el pecho de Aurora. Al sentirlo, Lynda se acercó y le revolvió el pelo con una suave sonrisa. —Tonta, nada dura para siempre. Cuando éramos niñas, jugábamos juntas todos los días. Pero a medida que crecemos, todos tomamos caminos diferentes».
Aurora asintió, aunque la verdad le dolía. Había aprendido esa lección muy pronto en la vida. Sus padres, a pesar del profundo amor que se profesaban, siempre habían estado absortos en sus carreras. Habían dominado el arte de equilibrar el trabajo y la familia sin perderse en ninguno de los dos.
Ella y Lynda habían pasado por muchas cosas: trasnochando para estudiar para los exámenes, escapándose para comprar comida en la calle y celebrar cuando terminaban. Se habían refugiado bajo el mismo paraguas en las tardes lluviosas y habían corrido bajo la nieve, sin aliento y riendo, hasta que los dedos se les entumecían y no podían moverlos.
Pero ahora, ni todos los recuerdos compartidos podían impedir que el tiempo las empujara hacia adelante. Lo único que Aurora podía hacer era levantar su copa.
—Por los nuevos comienzos.
Lynda hizo chocar su copa contra la de ella. —Y por los tuyos también.
Esa noche se separaron. Mientras Aurora veía la silueta de Lynda desaparecer entre las luces de la ciudad, una tranquila melancolía se apoderó de ella. No sabía cuándo volverían a verse.
De camino al campus, su teléfono vibró. Era Dunn. —¿Has comido? —le preguntó.
—Sí. Dunn, me siento un poco triste.
—¿Qué pasa?
—Lynda ya no estará mucho por aquí.
La voz de Dunn era suave y tranquilizadora. —Es natural. Nuestro profesor ve un gran potencial en ella.
Aurora exhaló, preocupada. —¿Por qué crecer significa ver cómo se va la gente?
—¿Quién más se ha ido?
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