Vuelve conmigo, amor mío - Capítulo 1074
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Capítulo 1074:
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La risa de Ryland tenía un tono amargo. —Las mujeres maduras son realmente excelentes en el cuidado de los demás, ¿verdad?
La diferencia de edad entre ellos se cernía como una sombra omnipresente, pero Amanda se había vuelto inmune a sus palabras hirientes. Se volvió hacia él, con los ojos llenos de fuego que lo decían todo antes de que sus labios se movieran. «Después de todo lo que hemos compartido, ¿ni siquiera sientes una chispa de afecto por mí?».
El amor no era un tema en el que Ryland se detuviera a pensar. Sin embargo, no podía negar la verdad que tenía delante.
«Si no sintiera nada por ti, ¿por qué te dejaría encargarte de mi casa? Podría contratar fácilmente a una criada, alguien más atractiva y la mitad de terca que tú».
Una chispa de esperanza iluminó el rostro de Amanda. —¿Estás admitiendo que sientes algo por mí?
—Ya basta de interrogatorio —refunfuñó Ryland, tirando de la manta para cubrirse mientras se daba la vuelta. Esas preguntas se estaban volviendo demasiado difíciles de manejar.
Los labios de ella se curvaron en una sonrisa cómplice. —¿El chico duro se está volviendo tímido?
—Ni hablar.
Amanda le dio un golpecito juguetón en el costado. —Solo cuida tu corazón. No hay futuro para nosotros.
El sueño llamaba a Ryland, pero la curiosidad pudo más. —¿Por qué?
—Solo tienes dieciocho años, toda la vida por delante.
Ryland se dio la vuelta y se cruzó los brazos detrás de la cabeza. —Continúa.
La calidez se desvaneció de su sonrisa. —Entiendo perfectamente por qué nos atraemos: la soledad pura. Yo me estaba ahogando en ella. Y tú también. Pero mientras tú tienes un sinfín de posibilidades por delante, yo estoy en un callejón sin salida. Mi padre está entre rejas, me acerco a los treinta y la juventud se me escapa de las manos. Estoy perdida en todos los sentidos de la palabra: insegura de mi presente, de mi propósito o de mi potencial.
Mientras pronunciaba esas palabras, se encogió sobre sí misma, con las rodillas apretadas contra el pecho. El peso de la soledad parecía calarle hasta los huesos, llenando cada espacio vacío de su interior. Dicen que los médicos son los peores pacientes.
Durante años, Amanda había guiado a otros a través de sus laberintos emocionales, diseccionando sus sentimientos con precisión experta. Sin embargo, cuando se trataba de su propia psique, era incapaz de ver dónde se había perdido. Al levantar la vista, solo encontró un vacío infinito de incertidumbre.
Había sido un faro para tantas almas perdidas, pero no era capaz de iluminar su propio camino.
Ryland soltó una risa amarga ante sus palabras. «¿De qué gran futuro estás hablando? No sabes nada de mí. Deja de fingir que sí».
Amanda esbozó una sonrisa que no llegó a alcanzar sus ojos. «Pero aún tienes la juventud de tu lado».
—¿Y tú no? —la desafió Ryland con voz aguda—. ¿Has visto a los ancianos que apenas pueden dar un paso, cuyos cuerpos les han traicionado? ¿Es ahí donde estás tú?
Amanda se secó una lágrima antes de que pudiera delatar su compostura. —Aun así, seguimos sin rumbo.
Ryland se dio la vuelta y su voz se suavizó. —Vayamos día a día. ¿Por qué complicar las cosas? Si tiene que ser, será. Si no, nos separaremos. Ninguno de los dos está atrapado aquí.
Un pesado silencio se instaló entre ellos. Ambos contemplaron su enfoque sorprendentemente sencillo del amor.
Tras su ruptura con Nasir, Amanda se había resignado a creer que el amor no era más que un parche para la soledad y el deseo físico. Pero la sabiduría de Ryland la tomó por sorpresa, sobre todo viniendo de alguien tan joven.
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