Vuelve conmigo, amor mío - Capítulo 1071
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Capítulo 1071:
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La expresión de Amanda se volvió gélida. «¿Me deseas?».
«Sí». Una sonrisa sarcástica se dibujó en los labios de Ryland. «¿Por qué no iba a hacerlo?». Sería una tontería rechazar una oferta así.
Amanda sintió un nudo en el estómago por la expectación. —¿Entiendes lo que te estoy proponiendo?
Temía que, a pesar de su edad, Ryland fuera ingenuo en materia de intimidad. No sabía que los hombres eran expertos naturales en ese tema en particular. Ryland entendía perfectamente lo que vendría a continuación. Sus dedos ensangrentados le recorrieron los labios. —No estoy muy seguro. Quizá deberías enseñármelo.
Amanda lo miró fijamente, el cuarto de baño lleno de vapor se calentaba cada vez más, y cada respiración le costaba más que la anterior.
El color se extendió por sus mejillas cuando su mano encontró la cintura de él. La piel de Ryland ardía como el fuego bajo su tacto, y su cuerpo vibraba con una energía apenas contenida. —Ryland, ¿me dejarás quedarme?
—Eso depende de mi estado de ánimo.
Amanda se rindió al momento y cerró los ojos. Ya no le importaba si las palabras de Ryland eran una promesa o no. Por ahora, solo anhelaba perderse en el placer físico con él, permitiendo que su mente agotada disfrutara de un momento de paz.
Lo atrajo hacia sí y guió su cabeza hacia sus labios. Lo que siguió fue una oleada de pasión desenfrenada. Ryland la levantó sin esfuerzo y la presionó contra la fría pared de azulejos.
Suspendida sobre el suelo, Amanda temblaba con sensaciones contradictorias de calor y frío. El miedo a caer la hizo aferrarse con fuerza a su cuello.
El fervor de Ryland era implacable, arrancándole jadeos de sorpresa. —¡Suave! ¡Por favor, más suave!
Pero Ryland no prestó atención a sus súplicas, sabiendo bien que en los momentos de pasión, las palabras a menudo enmascaraban deseos más profundos.
Cuanto más le rogaba que fuera más suave, más decía su cuerpo lo contrario.
Cuando finalmente se separaron, Amanda salió tambaleándose, jadeando para respirar aire fresco. Había mirado la hora antes de entrar y, al volver a mirar, se quedó atónita al descubrir que habían pasado dos horas.
Estar con un hombre más joven había superado todas sus expectativas. Juventud, vigor, una resistencia extraordinaria…
El amanecer se colaba por las ventanas mientras Amanda se removía en la cama de Ryland. Las sábanas de seda le cubrían la cintura y, en ese delicado espacio entre el sueño y la vigilia, los recuerdos del arresto de su padre la inundaron: las luces de la policía pintando la noche de un rojo intenso, el frío clic de las esposas. Por más que intentaba alejar la pesadilla, el amargo sabor de la realidad persistía. No podía huir de la verdad.
Abrió los ojos y allí estaba él: Ryland, perdido en el sueño a su lado. Su presencia la reconfortaba y lo complicaba todo. El sueño había despojado su habitual fachada, revelando algo crudo e inocente, un recuerdo de su juventud que se retorcía como un cuchillo en su pecho.
Pero ahora era demasiado tarde para arrepentirse. El dulce dolor de su cuerpo, el calor de las sábanas enredadas, las pruebas susurradas de su pasión… Todo ello era testimonio de las decisiones ya tomadas.
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