Vuelve conmigo, amor mío - Capítulo 1069
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Capítulo 1069:
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—¿Aún no te vas? —preguntó Ryland.
La mente de Nasir se aceleró pensando en las consecuencias, tanto de la alarma como de su anterior humillación cuando la policía había demostrado ser inútil después de que Ryland lo golpeara.
El instinto de supervivencia finalmente ganó al orgullo.
Soltó su agarre y Amanda se lanzó detrás de Ryland como un ciervo asustado en busca de refugio.
—¡Está bien, está bien, me voy! —Pero Nasir no pudo resistirse a lanzar una última amenaza mientras retrocedía—. ¡Te arrepentirás!
Ryland permaneció en silencio, recogiendo metódicamente las bolsas de la compra esparcidas por el suelo. Encontró una botella de ketchup entre los artículos y la sopesó en la mano con tranquilidad.
Cuando las puertas del ascensor comenzaron a cerrarse con Nasir dentro, Ryland se levantó con suavidad y lanzó la botella.
¡Bang!
El ketchup explotó al impactar, cubriendo a Nasir de humillación mientras se encogía y se cubría la cabeza, con la compostura destrozada como la botella.
Amanda se sobresaltó por la acción de Ryland. Se dio cuenta de que había roto el cristal protector de la alarma de incendios en lugar de la cabeza de Nasir, solo para intimidarlo. Si Ryland hubiera querido realmente hacerle daño a Nasir, el hombre nunca habría salido vivo del ascensor.
—Gracias —susurró ella, bajando la mirada hacia la mano herida de Ryland—. Por favor, déjame curarte la herida.
Ryland apenas prestó atención a la herida, con la mirada fija en Amanda. Ella podía sentir la culpa carcomiéndole la conciencia mientras esbozaba una débil sonrisa. —¿Qué te preocupa?
—¿Cómo ha encontrado este lugar? —La pregunta de Ryland era tranquila, pero sus ojos tenían una intensidad que hizo que a Amanda se le encogiera el estómago.
—Me siguió hasta aquí —respondió ella, pero Ryland no estaba convencido.
—Piénsalo bien.
El peso de la verdad golpeó a Amanda con una fuerza inesperada. Respiró hondo, su compostura se hizo añicos bajo su mirada escrutadora. —Yo le di esta dirección. Solo quería que le enviara mis pertenencias aquí. Nunca imaginé que aparecería en persona. —Su voz tembló al pronunciar las palabras, dejándola pequeña, expuesta. Los segundos se alargaron dolorosamente, cada uno cargado de tensión.
A pesar de su experiencia en psicología, la emoción cruda que sentía la abrumaba, dejándola incapaz de leer la expresión estoica de Ryland.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, la voz de Ryland rompió el silencio. «Amanda, yo ayudo en emergencias, no en tonterías. Tienes una noche más aquí. Mañana, tu alojamiento es asunto tuyo».
Las palabras cayeron con un peso aplastante y Amanda sintió un nudo en la garganta, como si hubiera tragado algo pesado y frío. Antes de que pudiera responder, Ryland pasó junto a ella, su partida definitiva, dejándola sola tras sus palabras.
Sintiendo el dolor del rechazo, Amanda recogió en silencio las pertenencias que acababa de comprar. Se quedó un momento fuera de la puerta, ordenando sus pensamientos antes de entrar, con la mirada baja y el corazón lleno de remordimientos.
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